La Iglesia advirtió sobre las "veleidades jurídicas y errores" del Nuevo Código Civil
Ante el debut del nuevo Código Civil, el padre Javier Fronza, presidente del Tribunal Eclesiástico Platense, advirtió sobre las "veleidades jurídicas y errores" de la nueva norma. Y las "incedrtidumbres y perplejidades, que generó en gran parte de nuestra sociedad".
Consultado, dijo que "constituye un motivo de preocupación y que, en realidad, nos afecta a todos como sociedad, el no distinguir entre varón y mujer a los efectos de definir quiénes pueden unirse en matrimonio; la desaparición de algunos requisitos del matrimonio, como la fidelidad, y el aumento de los requisitos del concubinato (por ejemplo, más de dos años de estabilidad en la relación); la simplificación de los trámites para solicitar el divorcio sin requisitos temporales de duración (divorcio exprés), ni invocar causal, pudiendo incluso divorciarse sin anoticiar al otro cónyuge; la aparición de uniones convivenciales, pactos de convivencia y otros institutos que consolidan el concepto de vida común, es decir, convivencias entre personas sin casarse, al margen de la condición sexual. En efecto, la familia fundada en el matrimonio es un bien necesario e imprescindible para toda la sociedad, que tiene un verdadero y propio derecho, en justicia, a ser reconocida, protegida y promovida por el conjunto de la sociedad. Es esta quien resulta dañada cuando se vulnera, de uno u otro modo, este bien precioso y necesario de la humanidad".
Agregó que "esta exhibición de veleidades jurídicas que presenciamos encubre un conjunto de errores conceptuales sobre lo que es la persona, la familia, el compromiso, la sexualidad, que termina sumergiéndonos en una nebulosa donde no se distinguen los conceptos fundantes de la sociedad humana y todo se presenta confuso. Del error conceptual se llega a la desnaturalización del matrimonio en sus cualidades más esenciales, las cuales fueron percibidas a lo largo de los siglos por distintas realidades culturales".
Además, sostuvo, igualmente, que "sería un error, dentro del marco de tolerancia propio de la sociedad pluralista en que vivimos, negar estatus o reconocimiento social alguno a otras formas variadas de convivencia, entre personas del mismo o distinto sexo, pues se terminaría perjudicando a un sujeto integrante de la misma sociedad. Pero también sería equivocado permitirse falsear la verdad desconociendo la regulación desigual que merecen situaciones distintas, pues entonces no se respetaría lo diverso. Como consecuencia, sin respeto a la verdad y a la diversidad, la sociedad pluralista se convierte en una sociedad farandulera donde prevalece el exhibicionista más poderoso".
Indicó, por último, que "parece razonable, por consiguiente, como sugirieron varios juristas de renombre, que el próximo gobierno suspenda de inmediato este Código (que originalmente iba a entrar en vigor el 1° de enero de 2016 pero se adelantó por ley del Congreso), y hacer un análisis más serio de este amontonamiento de frivolidades jurídicas que afectan al matrimonio, a la familia y a otros institutos jurídicos. Respecto al matrimonio, hemos de admitir que el nuevo Código genera una laguna legal al no establecer una regulación clara del mismo, tal como lo entiende la mayoría de los miembros de las sociedades del mundo desde hace más de dos mil años. No olvidemos a los juristas romanos, y recordemos que la sociedad donde todo es igual, nada vale en sí mismo; y si no logramos integrar en la sociedad las realidades distintas, la sociedad misma se desintegra".