Corrupción y lavado de dinero

Cayó el testaferro de los Kirchner

Lázaro Báez, uno de los empresarios más beneficiados por la obra pública K, fue detenido ni bien arribó en su avión privado al aeropuerto de San Fernando. El santacruceño es apenas la punta de un iceberg que involucra a CFK y Ricardo Echegaray, entre otros ex funcionarios y amigos del poder

Tristes, solitarios, finales. Como en el célebre título de la novela de Osvaldo Soriano, ese parece ser el destino de algunos personajes ligados al kirchnerismo que, habiendo gozado en libertad de la impunidad de la década pasada, ahora comienzan a pagar con la cárcel.

Tal es el caso del presunto testaferro de los Kircher, Lázaro Báez, quien, como en una película de acción cayó preso ni bien arribó en su avión privado al aeropuerto de San Fernando, desde Río Gallegos. Paradojas aparte, sin la protección de antaño, su suerte quedó sellada en el mismo avión y la misma ruta por la que solían viajar los bolsos con dinero de La Rosadita.

Así, el tiempo, que casi siempre suele hacer justicia y ponerse a cuentas con la verdad, le dio la razón a lo que el diario Hoy, por momentos en absoluta soledad, denuncia desde hace años: la corrupción y la impunidad enquistada en cada ámbito del poder. Pero algo más hemos dicho desde estas páginas: que ni Báez ni los Kirchner podrían haber llevado a cabo sus tropelías sin la vista gorda de uno de sus máximos garantes, el extitular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, hoy reciclado como Auditor General de la Nación y que debería, cuanto menos, sentarse en el banquillo de los acusados.

Apenas uno de los tantos símbolos de la putrefacción K, ayer Báez arribó a San Fernando para declarar hoy en Tribunales ante el juez federal Sebastián Casanello, quien se adelantó en la jugada y ayer ordenó la detención del empresario constructor: esposado y con chaleco antibalas, uno de los hombres más beneficiados por la obra pública de Néstor y Cristina Kirchner, ayer adquirió el cariz de un peligroso criminal y así fue trasladado a una sede de la Policía Federal en el barrio de Palermo para ser “fichado” (donde su llegada fue festejada por una muchedumbre) ; luego, fue alojado en otra sede de la Federal, en el barrio de Villa Lugano, donde esperara ser indagado por Casanello, en el marco de la causa por el lavado de dinero que el dueño de Austral Construcciones habría realizado junto a sus hijos y empleados.

El comienzo del ocaso

Si ahora Báez duerme tras las rejas es por la cantidad de pruebas que el fiscal Guillermo Marijuán recolecta desde hace años, aún amenazado por las presiones K, y que dan semiplena prueba de la culpabilidad de uno de los mejores amigos de Néstor Kirchner, y, transitivamente, de Cristina y Máximo K.

Entre sus delitos se cuentan los de evasión de impuestos y emisión de facturas truchas por construcciones que nunca se hicieron; reportes de alertas sospechosos de bancos y financieras por alrededor de 900 millones de pesos, todo con la protección de Echegaray y de otro garante de la impunidad como el extitular de la Unidad de Información Financiera (UIF), José Sbattella; movimientos de dinero en efectivo que realizaba él mismo en bancos del sur.

Al calor de los Kirchner, Baéz recibió alrededor de $24 millones en contratos para hacer obras que, en su mayoría, quedaron en la nada; para devolver el favor, el empresario pagó a sus exsocios de la Rosada por habitaciones de hotel que nunca usó y hasta construyó edificios con ellos.

Así, con la complicidad de amigos y funcionarios, durante 12 años la corona K acumuló dividendos que jamás se derramaron hacia el pueblo y su efecto fueron 12 millones de pobres (que hoy suman más de 13 millones). La trama de esa herencia siniestra es mucho más compleja y debería escalar hasta las altas esferas del kirchnerismo, más nunca agotarse en Báez. Como él, algún día las cenicientas del poder K volverán a convertirse en calabaza. Y tras las rejas.

¿De qué lo acusó el juez?

En su escrito, el juez Sebastián Casanello acusó formalmente a Lázaro Báez de ingresar 5.1 millones de dólares a la sociedad SGI Argentina SA (conocida como La Rosadita) a través de su hijo Martín, “disimulando” la “fuente real de los fondos para obtener su apariencia de licitud”, tal como se ve en los videos que circularon en medios periodísticos.

El magistrado destacó también que a raíz de movimientos que consideró sospechosos de una aeronave privada propiedad de Báez decidió su detención, un día antes de que prestara declaración indagatoria en el marco de la causa de “La ruta del dinero K”, ante un potencial riesgo de fuga.

“La noticia de la utilización de la aeronave privada –propiedad de la firma TOP AIR SA, cuyo 49 % pertenece a Austral Construcciones SA, que, a su vez, en un 95% pertenece a Lázaro Báez-, a dos de días de la fecha estipulada para la realización de la audiencia, es un detonante que dispara los riesgos de fuga”, justificó el juez.

Además, por disposición de Casanello, también fue detenido el contador de Báez, Daniel Pérez Gadín, quien manejaba las cuentas de Austral Construcciones y Epsur S.A; además habría manejado La Rosadita, tras la gestión de Federico Elaskar.