Nuevo acto de sumisión K a China

El kirchnerismo firmó un acuerdo con el gigante asiático para la construcción de otras dos centrales nucleares. El peligro de someter a la Argentina al libre arbitrio de las decisiones chinas

Swap, inversiones petroleras, bases espaciales, irrupción en la obra pública nacional, entrada descontrolada de productos de Asia a nuestro país, es el marco de la desigual relación que une a nuestro país con China, donde el único beneficiado es el gigante amarillo, y el relegado en las decisiones es la Argentina.

A menos de un mes de traspasar el mando presidencial, el kirchnerismo acordó ayer con China la construcción de la cuarta y quinta centrales nucleares.  La firma de estos convenios se dieron en el marco de la Cumbre del G20 que se desarrolla en Antalya, Turquía, en un encuentro que contó con la presencia del ministro de Planificación Federal, Julio de Vido; el titular del Palacio de Hacienda, Axel Kicillof; y el canciller Héctor Timerman.

Los acuerdos fueron subscritos por el presidente de Nucleoeléctrica Argentina (NASA), José Luis Antunez; y el titular de la firma nuclear china CNNC, Quian Zhimin.

Depredación creciente

El saqueo de los recursos naturales ha sido una constante a lo largo de la mal llamada década ganada, que se sigue concretando con este tipo de iniciativas e inversiones chinas, que no hace más que mostrar la absoluta dependencia que tiene la Argentina con respecto al gigante asiático.

Con la industria nacional en crisis y con los mercados internacionales cerrados a la Argentina, el gobierno K no ha tenido mejor idea que atarse a los mandatos y decretos bajados desde China, dependiendo Argentina de una manera nunca vista de lo que sucede en el país más poblado del planeta, que abarca inversiones en distintos ámbitos, como lo son petróleo, ferrocarriles, minería, infraestructura, entre otros ámbitos.

Fiel a lo que ha sido la gestión de Cristina Kirchner, la mayoría de estos convenios se dan con cláusulas secretas y con costos para el país muy grandes, como lo son leyes especiales para la radicación de estos capitales, así como la radicación de técnicos chinos en nuestro territorio, que no hacen más que golpear un poco más la vapuleada soberanía nacional.

A todo esto hay que sumarle los beneficios impositivos y económicos que tendrán los capitales chinos que vendrán para la construcción de estas centrales nucleares, perjudicando los intereses y la industria local, que manifiestan una vez más la entrega que hace el oficialismo de los recursos estratégicos argentinos en favor del gigante asiático.