Radiografía del saqueo: bancos argentinos buscan su tajada

Los banqueros quieren salir ganando del conflicto con los holdouts. La renta extraordinaria y los beneficios del gobierno. Sus consecuencias sobre la producción y el crédito 

Una “vaquita” de 250 millones de dólares: la generosidad de los banqueros argentinos tiene su explicación. Durante la década kirchnerista, han sido los principales beneficiarios de un modelo que permitió grandes ventajas al sector, sin impuestos a la renta financiera y con beneficios impositivos notorios de los cuales no gozó el sector productivo. A horas de caer en default, las principales entidades privadas que operan en Argentina pretenden sacar rédito de la desesperación, del punto límite al cual nos trajo el gobierno nacional, beneficiándose con un posible “acuerdo”. 

"Yo pongo 100 millones de dólares. Hay que juntar 250 millones. Ustedes cuánto ponen". Así abrió Jorge Brito, titular de la Asociación de Bancos de la Argentina (ADEBA) la última reunión de banqueros en la cual se decidió su intervención en el conflicto. 

No será el primer beneficio del que gozan, y los datos de la última década lo demuestran. En 2005, durante la gestión de Néstor Kirchner, los bancos que operaban en el país se reponían rápidamente de la crisis de 2001 y tuvieron una ganancia anual de $ 1.780 millones. En 2007, cuando asumió Cristina Fernández, la renta para el sector financiero fue de $ 3.905 millones. Y en 2013, se llevaron 29.143 millones de pesos. Además, siguiendo con las comparaciones en el paso del tiempo, las ganancias promedio de los bancos pasaron del 0,33% del PBI en 2005, al 1,08% en 2013, mientras el sector industrial sigue mostrando su declinación. 

Parte, y sólo parte del secreto de la ganancia está en que los bancos cobran tasas usurarias a las Pymes y a los ciudadanos que buscan préstamos. 

Según datos oficiales, la ganancia de los bancos proviene, en primer lugar, del financiamiento del consumo (y del cobro por servicios asociados a ello): créditos personales, adelantos en cuenta corriente o compras con tarjeta. Otra fuente de ganancia ha sido la tenencia de títulos públicos, y en este sentido debe leerse la intervención que ahora intenta realizar ADEBA sobre el conflicto con los fondos buitre. 

Si bien el avance del sistema financiero por sobre la producción es un fenómeno global, la Argentina ha demostrado estar a la cabeza de este “mundo del revés”. Por citar cifras comparativas, en Argentina, el nivel de rentabilidad de los bancos sobre el capital en del 2,7%. En cambio, en toda Europa la ganancia financiera ronda el 0,4%, en Brasil llega al 1,2%, en México es de 0,6% y en Uruguay, el 1,1%.

Un “negocio redondo”

Juan Kornblihtt, director del Observatorio  de economía del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales, señaló a Hoy que “el gobierno nacional, durante estos años, ha dado una serie de ventajas inéditas al sector financiero”. A su vez, agregó que “la consecuencia es que hoy tenemos un sector más concentrado, con grandes bancos consolidados pero toda una serie de pequeños bancos que quebraron y hoy no están”, como el Banco Bisel u otros, que fueron absorbidos por el banco Macro, justamente del titular de ADEBA, Jorge Brito (ver aparte). 

Además, Kornblihtt explicó que la relación gobierno – banqueros “es un negocio redondo”, pues la Casa Rosada ha otorgado importantes beneficios a partir del sistema de endeudamiento, emitiendo bonos con una rentabilidad muy alta, que son comprados por los bancos. Estos se financian con las altas tasas de interés que cobran al dar préstamos, y otorgando bajas tasas a los depósitos de plazo fijo.

Brito, siempre cerca del poder 

Jorge Brito, titular de ADEBA y cabeza del grupo Macro, esconde un frondoso prontuario que tiene una línea común: amasó su fortuna especulando con el peso, es decir, sobre su cotización y en contra de los “intereses nacionales”.

En 1974 saltó a las ligas mayores con su financiera, comprando gran cantidad de dólares poco antes del Rodrigazo. El mismo mecanismo utilizó para realizar un extraordinario negocio en 1988, dos días antes del Plan Primavera, comprando 3 millones de dólares y anticipándose a la devaluación. Sospechado de que poseía información confidencial, afrontó una denuncia penal que, obviamente, quedó en la nada. 

Además, aprovechó las privatizaciones como nadie en el sector financiero, anexándose los bancos de Misiones, Salta y Jujuy,, operando con su banco, Macro, como minorista. Aprovechando sus conexiones con el poder (tanto con el menemismo como con el kirchnerismo), compró el Banco de Salta, fundido por los malos manejos, por escasos 100.000 pesos. Del monto total, pagó unos 40.000 pesos en títulos devaluados de la deuda provincial.

Además, el Macro trazó acuerdos con los gobiernos de Misiones, Salta y Jujuy para convertirse en agente financiero oficial de estas provincias. De esta manera, monopolizó la administración de las cuentas públicas y se garantizó un importante mercado cautivo con el manejo de los sueldos de los empleados estatales.

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