Los hinchas acompañaron pese al mal momento del equipo
Miles de simpatizantes del Lobo llegaron a San Nicolás para acompañar al club de sus amores pese al mal momento.
gimnasiaAunque las matemáticas le den aire a la esperanza blanca, la realidad pegó más fuerte en Cataluña: el Barcelona ganó 4-3 un clásico vibrante, dejó al Real Madrid casi sin chances y acaricia un título que ya huele a culé.
12/05/2025 - 00:00hs
Las cuentas dicen que faltan tres fechas, que quedan nueve puntos en juego y que la Liga sigue abierta. Pero el 4-3 del Barcelona ante el Real Madrid en el Estadi Olímpic Lluís Companys fue mucho más que un resultado: fue un golpe de autoridad que, en la práctica, cerró el campeonato. Con siete puntos de ventaja, el equipo de Flick necesita apenas dos más para coronarse, aunque lo más difícil ya lo hizo: ganar el clásico y confirmar que este año, en España, mandó el Barça.
El partido arrancó torcido para los locales. Szczesny cometió un penal infantil sobre Mbappé y el francés no falló. Minutos después, repitió tras una gran asistencia de Vinicius y dejó al Barça contra las cuerdas: 0-2 en 15 minutos y con fantasmas de la eliminación en Champions todavía dando vueltas. Sin embargo, la reacción fue tan rápida como contundente. Eric García descontó de cabeza en un córner, Lamine Yamal empató con una joya al ángulo y Raphinha, en dos ráfagas, puso el 4-2 que desató la locura en las tribunas.
El Madrid, herido pero nunca rendido, encontró el 3-4 con una contra letal entre Vini y Mbappé, que firmó su hat trick y se trepó a la cima de los goleadores con 27 tantos. Un consuelo que poco sirvió para cambiar el destino del clásico ni de la Liga.
En el complemento, el Barça manejó los tiempos, cortó los circuitos blancos y rozó el quinto gol más de una vez, pero Courtois sostuvo la ilusión merengue con atajadas salvadoras. No alcanzó. El pitazo final fue una sentencia: la Liga tiene dueño.
Más allá del resultado, el clásico dejó una radiografía clara de la temporada: un Barcelona con identidad, juventud y ambición, frente a un Madrid que depende demasiado de sus individualidades. Flick ganó la pulseada táctica, los pibes dieron la cara y el equipo mostró carácter cuando más lo necesitaba. La Liga no está firmada en los papeles, pero la firma culé ya quedó estampada en la cancha.
Con carácter, fútbol y una exhibición en el clásico, Barcelona dio el golpe que todos esperaban. Lo que viene es solo cuestión de tiempo.