El delantero decidió ejecutar la cláusula y marcharse al fútbol chileno. Al Pincha le quedará un buen dinero pero también bronca porque el Barba y la dirigencia querían contar con sus servicios.
Cuando todo parecía indicar que iba a ser un jueves tranquilo para el mundo de Estudiantes de La Plata, generó una gran sorpresa la salida de Javier Correa al Colo Colo de Chile, ya que el delantero decidió ejecutar la cláusula para rescindir su contrato, dejando a la tesorería pincharrata una cifra que oscila los 1.8 millones de dólares.
El punta había llegado proveniente al León desde el Santos Laguna de México a comienzos de este año y se irá a los seis meses, con un título bajo el brazo, el obtenido en el Madre de Ciudades en la Copa de la Liga, donde el delantero fue importante, ya que completó gran parte de los encuentros.
Eduardo Domínguez, sus colaboradores y el Departamento de Fútbol comandado por Marcos Angeleri tenían la expectativa de seguir contando con el atacante y hasta las primeras horas de ayer tenían esa confianza. No obstante, ya entrada la tarde trascendió que la presión realizada por el propio Correa y su representación hizo que se haga uso de la cláusula para finalizar el vínculo abruptamente.
Lógicamente hay un fastidio muy grande en el Barba y puertas adentro del predio Mariano Mangano, ya que la idea era que en este mercado de pases salga Mauro Méndez y que Coco pueda compartir el puesto con Guido Carrillo, el cual lamentablemente el físico no lo acompaña, pero que es el delantero preferido del cuerpo técnico.
Fue clave para que se dé la operación la postura del hombre con pasado en Racing de Avellaneda y Colón de Santa Fe, que en el Cacique percibirá un salario muy alto (el doble de lo que ganaba en Estudiantes), siendo uno de los contratos más pesados de la entidad chilena, firmando por tres temporadas, misma cantidad que tenía en el Pincha.
La institución albirroja tenía planificado ofrecerle a Correa una mejora salarial, pero era imposible igualar los números de Colo Colo, sumadas las ganas del jugador de emigrar, en algo llamativo, aunque a lo largo de su carrera no ha pasado muchos años en un mismo club.
Quizás la posibilidad de a sus 31 años poder hacer una buena diferencia económica fue determinante, aunque esto no fue reconocido públicamente. Ahora, Domínguez y compañía deberán buscar una opción para el puesto, en una salida que genera bronca, dolor y mucha resignación.