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Formado desde pequeño en la cantera albirroja, Patricio Hernández es una palabra autorizada para hablar del mundo Estudiantes. A pocos días de otro derbi platense, el exjugador y entrenador del Pincha dialogó con diario Hoy.
15/03/2023 - 00:00hs
Cuando tenía 15 años, ya siendo hincha del León por influencia de su padre, Patricio Hernández decidió dejar su San Nicolás natal para viajar a La Plata detrás del sueño de jugar en Primera. Y no solo que cumplió con ese anhelo, sino que también fue director técnico de Estudiantes, viviendo el Clásico Platense desde ambos lados.
A pocos días de un nuevo partido entre el Pincha y el Lobo, diario Hoy se dio el lujo de compartir reflexiones y recuerdos con aquel “10” intelectual que siente al club albirrojo como una familia, que toma al fútbol como una escuela de vida y que salta la “grieta futbolera” reivindicando a sus dos máximos exponentes.
—¿Cuál es el clásico que más recordás?
—El primer clásico que jugué fue en 1973, en Sexta división. Yo había llegado de San Nicolás, en ese momento todavía no tomaba dimensión de la expectativa que se generaba en la ciudad. Cuando llegué a Reserva, ahí ya la cosa cambió. La gente llenaba el estadio y eso generaba una motivación extra. No habíamos llegado a Primera, pero sentíamos que nos estaba mirando el mundo entero. Mi primer duelo ante Gimnasia en Primera fue positivo, Carlos Bilardo hacía todo mucho más fácil. Él estaba siempre en todos los detalles y uno tenía que ajustarse al libreto de lo que el cuerpo técnico pedía. El clásico que más recuerdo fue uno que hice un gol de tiro libre. Ese día había llovido mucho y Carlos me agarró en la previa del partido para darme una indicación clave. Me dijo que si tenía un tiro libre, le pegara fuerte al palo del arquero y que le picara antes, que le iba a hacer un desastre. Dicho y hecho. Mirá cómo Bilardo pensaba en todo, eso es un técnico.
—Hubo una época en la que no coincidieron...
—Sufrimos mucho cuando Gimnasia se fue a la B, para mí era muy importante que el Clásico Platense se jugara todos los años. De hecho, creo que nuestros dirigentes de aquella época se relajaron bastante ante esta situación. Esas temporadas sin enfrentamientos ante el rival de toda la vida, sentí que nos privábamos de esos partidos en donde la ciudad entera vibraba.
—¿Cómo era el día a día con los hinchas del Lobo?
—Mi relación con los hinchas del Lobo siempre fue buena. De hecho, con Juan Ramón Verón andábamos por todos lados y donde íbamos eramos bienvenidos. Con Pacha viajábamos a Ensenada, donde había muchas peñas de Gimnasia y siempre nos quedábamos compartiendo momentos con sus hinchas. Había mucha empatía. Creo que el clásico y la rivalidad era más para la gente y los jugadores platenses.
—¿Qué esperás para el partido del domingo?
—El clásico que se avecina tiene que ser la fiesta de la ciudad, que haya paz y armonía. Estudiantes y Gimnasia llenan el estadio con su gente. Ojalá sirva para unir a todos los hinchas y disfrutar de un espectáculo hermoso.
—¿Y de tu etapa como técnico?
—El viejo Timoteo era un alumno de Osvaldo Zubeldía, él mismo lo ha dicho. Cuando dirigí a Argentinos, Carlos estaba en Ferro. Por cuestiones externas, yo no podía hacer doble turno y Griguol sí. Entonces me invitaba a almorzar y me dejaba presenciar la práctica de la tarde. En Gimnasia hizo una obra muy buena, nos enfrentamos en varios clásicos. Más acá en el tiempo, con Pedro Troglio y Pipo Gorosito que son amigos míos del River de 1986, también hemos hablado del clásico platense. Tengo los mejores recuerdos, de un marco excepcional y vibrante, hermoso para jugarlo y también dirigirlo.