En diálogo con diario Hoy, el director francés Renaud Semper se explayó sobre la obra que estará montando este sábado en el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad. Una coreografía de dos que indaga sobre los orígenes, la identidad y el colonialismo.
Los cuerpos en movimiento, en un contexto fuera de lo habitual. Dos cuerpos que cargan identidades distintas y que quizás se vayan transformando y modificando. Déjà vu (tinku/barroco) se llama la obra que el bailarín, coreógrafo y director francés Renaud Semper estará presentando en el país a partir de hoy. “Una sucesión de ejercicios de lenguaje y coreográficos que ficcionanalizamos”, dijo el propio Semper.
La obra indaga sobre el período de la colonización, la identidad y el origen. Es a partir de allí que despliega una serie de inquietudes que han atravesado y siguen atravesando ese debate. Una de las particularidades de la obra es que se monta en escenarios no convencionales. Por ejemplo, hoy y el viernes lo hará en el Museo Casa de Ricardo Rojas de CABA. Y el sábado 15 de octubre hará lo propio en La Plata: a las 16 en el Museo de Ciencias Naturales, con entrada libre y gratuita. Los intérpretes son la argentina Teresita Campana, coreógrafa especializada en las danzas del barroco latinoamericano, y Oscar Rea López de Bolivia, bailarín descendiente de pueblos originarios quechua y aymara. Semper vive hace unos años en Argentina y en diálogo con diario Hoy comentó la obra y su particular presentación.
—¿Cuándo aparece la pregunta por la temática, por la cosmovisión de los pueblos originarios y cómo se traduce en una obra?
—Llegué a Buenos Aires en 2015 y hasta ahora tuve la oportunidad de viajar a varias regiones y también a Chile, Uruguay y Brasil. Estos viajes me hicieron tomar conciencia de las complejidades identitarias que existen en este país, tensiones que también encuentro, con otras variantes obviamente, en Francia. Hay un proyecto voluntario desde la modernidad capitalista que quiere exotizar los tradicionalismos. Diría entonces que esta inquietud por los pueblos originarios americanos y la identidad argentina está más vinculada a esta preocupación por la folclorización y la uniformización de la diversidad. El espectáculo viaja a los orígenes de estas danzas, a los orígenes de los contextos históricos en los que se crearon y perpetuaron, y se puede imaginar su confrontación con los violentos procesos de colonización.
—¿Por qué la particularidad de montar la obra o pensar las coreografías en espacios no convencionales?
—Presentamos la obra en 2018 en varios teatros de Buenos Aires. Después fue la pandemia, que nos frenó en nuestra gira. Conocí a Sebastián Cladera, el productor de la obra, y ahí es que decidimos encarar este proyecto de otra manera: salir de la caja negra y dialogar con otros espacios. Tuvimos citas con varias instituciones interesadas y finalmente, quedamos con presentar funciones en el Museo Casa Ricardo Rojas, en la Alianza Francesa de Buenos Aires y en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Pensamos lugares que precisamente podían entrar en diálogo con el propósito de la obra. Espacios que tengan en sus paredes este sincretismo inevitable, que propongan instancias de reflexión contemporáneas acerca de la interculturalidad. No estamos tan acostumbrados a ver obras escénicas performáticas en espacios que no sean teatrales. En el Museo de Ciencias Naturales vamos a estar trabajando con la escalinata de la entrada del edificio. Está bueno porque ocupamos el espacio público, lo ve más gente, descoloca de otra manera al espectador; que además no es necesariamente un espectador teatral, eso también es un nuevo desafío.
—Entonces, ¿cuál es el déjà vu que estamos viendo?
—Creo que siempre me ha gustado divertirme difuminando las líneas y quería que las nociones de espacio y tiempo se difuminaran en esta creación. Quería que la música, los materiales y las danzas jugaran con el tiempo como un material plástico. Santiago Roldán, el creador de la música del espectáculo, buscó materiales sonoros del mundo musical andino y barroco; eligió el loop como herramienta para desdibujar los puntos de referencia de la obra, para no saber más qué música pertenece a cada universo. Lo mismo desde el vestuario: Kai Banni y Elen Bogado de Crítica Bichx han trabajado en prendas recicladas que mezclan estos universos y por tanto estas temporalidades también. Casualmente, creo que se puede sentir una sensación de déjà vu en esta creación, en el sentido en que te pierdes en el tiempo. En cierto modo, atrapado entre pasado y futuro, cada espectador se apropiará de la visión del presente a su manera.