Las Paquitas se reunieron una vez más
Participarán de un documental sobre su historia.
Con su segunda novela de ficción, el prestigioso periodista y abogado platense demuestra su habilidad para entretener y reconstruir con precisión una época.
29/07/2024 - 00:00hs
La cacería de hierro, recientemente editado por Planeta, es el segundo libro de ficción de Hugo Alconada Mon. Un viaje al pasado en donde la clásica estructura de aprendiz y principiante le sirve para narrar el encuentro entre el primer detective de la Argentina y un guardia cárcel y un crimen sin resolver. Hablamos con Alconada Mon para saber más detalles de la obra.
—¿Cuándo supiste que querías dedicarte al periodismo y a escribir?
—El periodismo en la adolescencia, aunque el bicho de la lectura venía de mucho antes. Yo ya leía muchos libros e incluso el diario, competía con mi viejo por leer el diario cuando tenía 10 años y entonces cada uno después tenía que dejarlo ordenado para que el que viniera después. Escribir es como una derivación, porque escribo desde siempre, y escribo en serio, incluso amigos míos me pedían que escribiera cosas. Después, obviamente, escribí libros de no ficción, de investigación periodística y ya fue como una derivación terminar metido en escribir novelas. Fue, si querés, como una evolución, yo de escribir en el caso de La ciudad de las ranas, una historia de la fundación de La Plata, pero con las técnicas de no ficción, y lo que me encontré fue con una dificultad que hay infinidad de piezas de rompecabezas que faltan. Y si te faltan piezas, ¿qué hacés? ¿Te quedás quieto o tratás de completarlo de otro modo? Y si lo completas de otro modo estás haciendo no ficción, estás entrando en otro circuito y ahí es donde decidí seguir los pasos de Tomás Eloy Martínez en La novela de Perón y Santa Evita, que cuando él escribe no queda muy claro cuánto de lo que él escribe es ficción.
—En la novela recuperás elementos y el habla de una época específica, ¿fue complicado?
—Fue todo un desafío porque por un lado abrevié en archivos históricos, en registros de fines del siglo XIX, leí textos, cartas, artículos de la época, escuché canciones, tangos, para tratar de entender, incluso conseguí un diccionario de lunfardo de fines del siglo XIX. También recordando, era muy, muy cercano a mis abuelos y recuerdo los cuentos y las expresiones de mis abuelos. Después, obviamente, hay que trazar una línea, si yo fuera a escribir como si fuera 2024, pero contando historias de 1892, mi sensación es que te haría crujir, y al mismo tiempo si intentara escribir como se escribía en 1892, primero no me saldría y segundo también sonaría mal al oído del lector. Entonces, lo que intenté fue buscar como una suerte de lenguaje a mitad de camino, como un híbrido que en definitiva te permita entender y leerlo con la frescura que si estuviera leyendo un texto actual, pero que al mismo tiempo ir incluyendo términos que por lo menos te remitirían a cuando vos escuchabas a tu abuela hablar.