Isabel Sarli, una diva repleta de amor y erotismo

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras argentinas, diario Hoy recuerda a esta mujer clave para el cine nacional.

Espectáculos

04/11/2022 - 00:00hs

Nacida en Concordia, más precisamente en el patriótico día del 9 de julio, Isabel Sarli llegó a este mundo para dejar una huella. En su primera juventud sufrió el abandono de su padre, por lo que junto a su madre debieron salir adelante con esfuerzo. De esta manera, cuando terminó la escuela, empezó a trabajar como secretaria en diferentes espacios administrativos, estudió inglés y dactilografía en espacios privados. Pero su sensualidad no pasaba desapercibida, entonces decidió seguir por el camino artístico.

En este sentido, concursó papeles para comerciales, se adentró en la publicidad, modeló y compitió en el concurso nacional de moda Miss Argentina. Aunque no llegó a ganar, fue recibida en Buenos Aires por el mismísimo Juan Domingo Perón. El certamen fue ganado por otra actriz reconocida por su excelencia en el humor, Dorys del Valle.

De todos modos, la vida tenía deparados otros roles para Isabel. Así, la mujer dio sus primeros pasos como artista y se animó a debutar en el séptimo arte como actriz. Participó en el clásico El ángel desnudo, lo que le sirvió de manera doble ya que en plena promoción de la cinta conoció al que sería su gran amor: Armando Bo. Él era un deportista amante del cine que poco a poco se consolidaba como realizador. Estaba casado con una señora de la alta sociedad, Teresa Machinandiarena, con quien tenía tres hijos y una vida en familia.

Un buen día el hombre vio a Sarli y la contrató para protagonizar la película El trueno entre las hojas, una versión libre de la obra de Augusto Roa Bastos. Si bien la propuesta planteaba mostrarla mediante imágenes cuidadas, el director fue por más y elaboró una obra que daría origen al cine kitsch o más osado. Al ver la versión final tanto Isabel como su madre reaccionaron mal, dado que contaba con un desnudo frontal. Vale mencionar que la estrella en ascenso mantenía una relación tóxica con su progenitora, caracterizada por una fuerte dependencia emocional. Además, se había hecho responsable de su economía.

Tiempo después, Isabel se casó con un extranjero, aunque esta pareja duró unos pocos meses. En el lapso de su unión solo compartieron el amor por el deporte y las salidas de ocio. En los momentos posteriores en que la morena y Bo se engancharon, cada uno debió seguir con los mandatos que indicaban las épocas culturales. Ella continuó como una mujer separada y el basquetbolista nunca abandonó a su esposa, que lo acompañó hasta su lecho de muerte.

Es por ello que el amor entre las estrellas tuvo que mantenerse en la clandestinidad a lo largo de los 30 años que compartieron, aunque no se ocultaban ni ponían pruritos ante el constante crecimiento de esta pasión. Ella incluso interpretó a una pareja de Víctor (el único hijo varón de Armando) en la ficción. Así, este también fue testigo del amorío que vivía su progenitor con una estrella en alza de este suelo.

Con un perfil innovador para esos tiempos, Bo armó una pareja sentimental junto a la musa de sus proyectos, pero también fue toda una sociedad artística, porque con sus creaciones pudieron cosechar una fortuna invaluable.

La estrategia y la clave de estos hechos fueron las escenas de sexo, el erotismo y lo sugerente; sumado a la música acorde, paisajes del interior de nuestra provincia y las historias inquietantes de una diva desnuda. Estas creaciones atrevidas no fueron recibidas con buenos ojos. Por el contrario, la crítica y la sociedad total los acusaron de tener un dudoso buen gusto. Así la pareja debió tomar las riendas de la productora, armar las valijas y partir con rumbo desconocido para dar a conocer sus obras en otros horizontes.

Afortunadamente, el público de otros países pudo ser conquistado, y las cintas se convirtieron en un éxito en las taquillas extranjeras, tal como sucedió en Estados Unidos, Oriente y Europa. Con la experiencia encima, Isabel hablaba inglés a la perfección, por ende también negociaba los contratos con quienes generaban contenido en el exterior.

Sarli era por un lado la mujer que se plantaba junto a su pareja para luchar contra la censura y la que le pegaba un cachetazo a un cura espantado que la trataba como el demonio personificado. Por otro lado, también era una muchacha sencilla, que armó su familia con dos hijos adoptivos, que vivía en su mansión con sus animalitos. Supo tener un ciervito al que le ponía cinta manillar en la terminación de cada cornamenta para que no lastimara. Había armado un microcine en el garaje donde le proyectaba a su madre sus películas, a las que les cortaba los desnudos. Es que cuando doña María Elena Sarli vio la primera (El trueno entre las hojas), le dio a su hija una golpiza memorable, porque la tomó por sorpresa.

Salvo cuatro películas, Setenta veces siete (1961), que filmó con Leopoldo Torre Nilsson, La diosa virgen (1973) con Dick de Villiers, La dama regresa (1966) con Jorge Polaco, con quien hizo también una participación en Arroz con leche, y Mis días con gloria, de Juan José Jusid, el resto de sus filmes fueron dirigidos por Armando Bo.

Otros de sus éxitos incluyen los siguientes títulos: Sabaleros (1959), India (1959), Y el demonio creó a los hombres (1960), Favela (1961), La burrerita de Ypacaraí (1962), La diosa impura (1963), Lujuria tropical (1963), La leona (1964), La mujer del zapatero (1965), Los días calientes (1966), Mujer y tentación (1966), La señora del intendente (1967), La mujer de mi padre (1967), Carne (1968), Desnuda en la arena (1969), Fuego (1969), Embrujada (l969), Éxtasis tropical (1970), Fiebre (1971), Intimidades de una prostituta (1972),Verano ardiente (1973), La diosa virgen (1974), Una mariposa en la noche (1979), El último amor en Tierra del Fuego (1979), Una viuda descocada (1980) y La viuda insaciable (1984).

Una película emblemática

A fines de los 60, Armando Bo e Isabel Sarli pusieron manos a la obra para dar rienda suelta a sus ideas más locas, y así fue como nació Carne.

Se trata de una historia muy fuerte, contextualizada en un frigorífico donde la actriz interpreta a una obrera. Allí desempeñaba sus funciones en un cotidiano muy poco amable y patriarcal. Al finalizar su horario laboral, la mujer dejaba sus instrumentos de trabajo para emprender el camino a su casa, pero siempre era interceptada por un compañero que la sometía y abusaba sexualmente de ella.

Con el paso del tiempo, este delincuente no queda conforme con sus hechos, entonces decide tomar un rumbo aún más grave y decide raptar a la joven para venderla a otro grupo de malvivientes, que la usarán para sus fines más oscuros.

Esta historia, más los desnudos –impensados para esos tiempos– de la Coca (apodo que se ganó porque sus curvas se asimilaban a una botella pequeña de la famosa gaseosa), la convirtieron en un ícono sexual y audaz.

La pareja tuvo continuidad en casas separadas porque debían mantener ciertas formas. Después la actriz adoptó a dos niños que la acompañaron hasta el final de sus días.

Vale mencionar que, con el fallecimiento de Armando, Coca se guardó a vivir su dolor en la privacidad de su hogar para luego volver a tomar trabajos esporádicos en teatro y asistir a entrevistas en la televisión. Esto recién se dio a fines de los años 90.

Con el correr de los años, Sarli tuvo problemas de salud que pudo ir enfrentando poco a poco con la ayuda de tratamientos médicos (siempre se trataban de achaques propios de la edad).

Sin embargo, en 2019 entró al hospital de San Isidro luego de una caída y una infección ­urinaria, su estado se deterioró y a los días dejó este mundo para convertirse en una diva eterna.

Noticias Relacionadas