entrevista

Iván Hochman: “La obra es muy política y contestataria”

Mientras prepara su próximo libro protagoniza una obra que tiene a Federico García Lorca presente en su trama.

Espectáculos

03/08/2025 - 00:00hs

En la sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (CABA) se presenta La piedra oscura, una pieza del dramaturgo español Alberto Conejero, dirigida por Alejandro Giles y protagonizada por Martín Urbaneja, Iván Hochman y Milagros Almeida. La obra narra el encuentro entre dos hombres que no se conocen y que, en una habitación de un hospital militar, comparten las horas terribles de una cuenta regresiva que, quizás, termine al amanecer con la muerte de uno de ellos. Hablamos con Hochman para saber más detalles de la obra y su trabajo.

—¿Cómo fue preparar este personaje tan exigente y transformarte en el escenario?

—Para mí fue un proceso de aprendizaje muy bueno, sobre todo mucho aprendizaje, mucho. Me di cuenta durante los ensayos que todo lo que había hecho en teatro hasta ahora, en los últimos 12 años, tenía que ver siempre con un procedimiento de distanciamiento más brechtiano. Entonces en todas las obras siempre había un narrador del que podés entrar y salir. Entonces vas contando la historia y entras a los personajes o era directamente una adaptación o incluso en Hokusai, en la que hago de mí mismo, de alguna forma, entra un personaje que es el escritor y me di cuenta haciendo esto, que es la primera obra en la que soy el mismo personaje de principio a fin, con una emoción que se tiene que acumular o desacumular o ir transformando, pero que hay que tener en cuenta todo el tiempo las circunstancias y no hay entradas y salidas. Un día trabajando, el director me dijo siento que haces un movimiento y luego aflojas y después te moves y aflojas y tenés la atención en otro lado. Entonces fui observando esa atención y distensión y ahí me di cuenta un poco de eso, incluso en la serie, por ejemplo. Hay un personaje que se mantiene en circunstancias, pero vas cortando todo el tiempo o vas entrando y saliendo o incluso se filma desordenado. Entonces tampoco era eso.

—Acá hay algo también, del marco, de poder estar trabajando en el Teatro San Martín con todo lo que significa, pero te toca en una sala en la cual hay muy poco espacio también como para estos espacios o la transformación del personaje que tiene que ser algo muy rápido y frente a los ojos del espectador, porque generalmente por ahí o se van tras bambalinas y demás. Y acá están todo el tiempo expuestos.

—Sí, es lindo eso porque es la sala más íntima del San Martín. Está ahí muy cerquita. Entonces, aunque es teatro y es el San Martín, trabajamos mucho con esta idea del pensamiento, como intento estar conectado, qué está rumiando el personaje, qué está pensando, qué está observando, si tiene miedo de la afuera, si está tenso, si está por decir algo y no se anima. Entonces, además de todo lo dicho, cómo sostener ese proceso interno que nos suelta, sobre todo en una situación bélica y de enemistad, como se plantea inicialmente, eso es estar todo el tiempo como atento a algo.

—Que se estrene en este momento esta pieza, ¿tiene más significado? porque uno entendiendo todo lo que está pasando, no solo en Argentina, sino en el mundo, con las diversidades, con el que piensa diferente, con estos enfrentamientos que pueden surgir.

—Sí, eso es mérito del autor de la obra y del director que la eligió y que la gestionó para que suceda. Nosotros nos subimos a ese tren y yo agradezco que la obra tenga ese mensaje en el sentido es muy política y es muy contestataria. Creo que en ese sentido mucho más que en términos estéticos de la apuesta, que tal vez es más convencional en su estructura y en sus formas, pero si en términos políticos, creo que es muy actual y sí, la expulsión de lo distinto. Hay como un desprecio por lo distinto y una homogeneización total, que todos sean iguales y lo mismo, que es generado obviamente por las redes sociales, que hay como un sistema de reconocimiento, pero también por los estados que celebran ciertas expresiones y denostan otras. Desde ese lado más sociológico hasta una cuestión obviamente más política, más directa con la dictadura, con los desaparecidos y con la situación actual en la que el que es distinto, bueno, corre peligro, corre peligro de vida. Entonces sí, que la obra reivindique una posibilidad de entender al otro aún siendo distinto, de empatizar, de comprender y de que haya lugar para los dos, creo que es interesante.

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