Inquieto, perseverante y luchador, el actor posee una gran ductilidad para encarar proyectos de todo tipo, pero siempre impulsando sus propias ideas y con una mirada puesta en lo independiente que nutre y potencia todo.
Luciano Cáceres empezó el nuevo año con todo, plagado de proyectos cinematográficos y televisivos. El 22 de abril vuelve con Desnudos al Teatro Metropolitan Sura de Buenos Aires, la obra más vista de la temporada veraniega prepandemia. Diario Hoy dialogó en exclusiva con el actor, en el set de Lennons, de José Cicala, sobre todos sus trabajos.
—Si bien estuviste ya en Italia rodando El nido, de Mattia Temponi, comenzaste ahora a
trabajar de nuevo aquí. ¿Cómo es volver al set en tiempos de pandemia?
—Empezamos acá en Argentina con los protocolos, todos con tapabocas y personal encargado de cuidarnos del Covid, atentos a distancias, a rociarte con alcohol, a que se ventilen los espacios; en Italia lo viví igual. Y se agradece que de a poco se pueda volver, aunque tal vez no con la fuerza que requiere nuestro gremio, porque se necesitan inversiones grandes para estar a la altura de la pandemia. Lennons la íbamos a arrancar en mayo de 2020, y se fue postergando por la pandemia.
—¿Qué cuenta Lennons?
—Este es un homenaje a finales de los 70 y los 80, jugando con esta fantasía, donde el gran Javier Parisi, doble legitimado por la familia de Lennon, hace de doble de él, con una estafa organizada por el protagonista, que encarna Gastón Pauls. Y mi personaje es una especie de villano, que no entiende cómo siendo fanático de la música se le pasó la llegada de Lennon a Argentina. Es como una especie de Juan Alberto Badía, en relación a su fanatismo, pero con mucho ego; villano, conductor de televisión, que investigará qué pasará con esto llevándolo casi al borde de la locura.
—Además tiene secuaces…
—Sí, Patán, que encarna Pachu Peña, uno de los grandes de esta película que tiene un elencazo. Y después, el juego; porque a lo que nos invita José es básicamente a jugar, a hacer una película comedia al estilo Esperando la carroza, a hacer verosímil este disparate, una historia que nunca ocurrió para habitarla con desparpajo.
—¿Tomaste alguna referencia para encarnarlo?
—Cicala es fanático de todo y acá estamos, entregados. Él me pasó todo multiplicado, casi como un villano de cómic, o de dibujito animado. Además le tengo absoluta confianza: vengo entregado porque hemos hecho varias cosas, como una producción para una revista con los compañeros de Desnudos, inspirados en Peaky Blinders, e hizo la magia en una hora. Una hora le llevó hacer esa sesión, cortando la calle, es un genio. Tiene un ojo que va más allá, ve el resultado todo el tiempo; por eso estoy entregado desde el día 1. Para la película me entrevistó en Las Violetas, antes que empiece la cuarentena.
—Se postergó, y tenías muchos proyectos que fueron postergados…
—Sí, pero acá estamos, y es un poco todo junto: ahora esto; terminamos con Eduardo Pinto la película Desarmadero, totalmente independiente, con el apoyo del Municipio de General Rodríguez, que nos dio todo para poder rodar con seguridad; y también La educación de los cerdos, rodada en 25 de Mayo, Daireaux y Bolívar. Estuve en Los protectores, la serie de Adrián Suar y Andrés Parra, donde hice de un arquero llamado “La Hiena”, un arquero que se retira del futbol; y en El mundo de Mateo 2, de Mariano Hueter, y se dio todo junto.
—¿Qué recuerdos tenés de la época que cuenta Lennons?
—Era muy pequeño. Yo nací en 1977, y esto transcurre en el 80. A nivel televisión, mucho delirio; pero en mi casa, tristeza, recuerdos dolorosos, milicos; tengo mi documento en el 83, el recuerdo de mi viejo sin trabajo. En la tele era todo muy arriba, y tenía la sensación que era todo una ficción, un decorado en una realidad horrible que se estaba viviendo en el país.
—¿Por qué creés que acá falla tanto la conciencia del cuidado?
—En el trabajo está, pero es un virus complicado, hay mucho asintomático que lo puede transmitir. No soy especialista en esto, pero sí que cada uno tiene que hacer lo que le toca, trabajar con conciencia y confiando en el otro, sin volverse un policía.
—Me contabas lo del hotel en Italia, la posibilidad de aislarse así, pero acá lo veo imposible…
—Nuestra industria es más chica; pero en los rodajes donde estuve, hay mucho cuidado y riguroso.
—Volvés al teatro con Desnudos…
—Sí, quedó todo muy raro, son pocos proyectos los que funcionan; y me quedaron pendientes proyectos, uno como director, que en la semana que había comenzado la cuarentena íbamos a empezar con ensayos. El teatro online y el streaming es otra cosa, es audiovisual.
—Se pierde mucho la puesta…
—Sí, hay cosas que se pueden apreciar, pero para mí, que lo consumí, es un registro de una puesta que quedaba más en el imaginario, porque hay cosas que se pierden y no están. Estuvo bueno para ver puestas de directores de todo el mundo, porque se aggiornaron. El teatro es presencial, ésa es mi opinión. Habrá intermedios y experiencias que podrán verse en streaming, pero el espectador es el que hace foco, ése es el tema. Con el tiempo puede uno a llegar imaginar situaciones como de realidades virtuales, donde puedas revivir la experiencia del punto de vista sentado en una platea. Seguramente se puede hacer, pero no sé cómo acá. Estamos un poco lejos. Y ojalá nos liberemos un poco de esto con la vacuna, yo quiero vacunarme ya, estar tranquilo y no que sea un peso.
La difícil tarea de ser actor en tiempos de pandemia
El 2020 estuvo plagado de cancelaciones de proyectos y de estrenos. Pero este año comenzó con el pie derecho para el talentoso intérprete, que tiene pendiente de estreno, además de todo lo que está filmando ahora, Lo inevitable, de Fercks Castellani.
—Como actor, ¿podés planificar algo?
—Cambia todos los días, porque si hay alguien que estuvo cercano a alguien que se contagió, se caen las locaciones, se pasan. Es un poco así, pero hay que estar preparado y con cintura para cuando te digan salir a filmar. Después lo que hay que tener es conciencia individual; yo cumplí años, no hubo festejos, sólo mi hermana, su marido, mi sobrina, mi hijita, y se acabó. Porque yo quiero laburar también, eso lo vi como funcionaba en Italia, en el trabajo.
—¿Había burbuja?
—Sí, todos aislados: la pareja de mi compañera, Blu Yoshimi, estaba aislado; los cercanos a los compañeros de la película, también. Todos sabían de cuánto esperábamos hacerla, algunos incluso vivían en un hotel para estar a salvo, alejados de su familia. Y ellos venían de dos meses de parate, y no querían más eso, así que había mucha conciencia.