En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda el show de entretenimientos que fue conducido por Leonardo Simons.
Corría 1993 cuando la señal Telefe puso en pantalla una entrega lúdica llamada Ta te show, que sería conducido por Leonardo Simons en un horario estelar, los sábados a las 20.
El meollo de este juego estaba dado por participantes que proponían temáticas e indagaciones de cultura general para que fueran respondidas por un panel conformado por nueve entrevistados famosos que se ubicaban en un tablero simulando ser las postas del mentado tatetí y debían responder para avanzar o eliminar a los participantes.
Este formato fue admirado por el conductor en uno de sus tantos viajes al exterior y es por ello que trajo la idea para que fuera adaptada a la televisión argentina, más precisamente al canal cuya propiedad por aquel entonces pertenecía a Gustavo Yankelevich.
Esta entrega tuvo un éxito rotundo en el rating y los participantes que llegaban a la final podían ganarse un automóvil cero kilómetro, junto a alguna suma de dinero.
A pesar del éxito tanto con este show como con su productora abocada a la publicidad, Leonardo transitaba una depresión con la que batallaba puertas adentro, mientras que también sostenía un segundo matrimonio que estaba en crisis.
Vale mencionar que, en primeras nupcias, el comunicador se casó con Alicia Gorbato y ambos se convirtieron en padres de Vanesa y Bárbara, que hoy continúan sus pasos. Es decir, una en gastronomía y la otra como periodista internacional de espectáculos.
Sin embargo, Simons se encontraba deprimido y medicado. En septiembre del 96 decidió suicidarse tirándose del balcón de su oficina comercial. Así fue como fue reemplazado en el show por dos amigos, primero por Silvio Soldán y luego Fernando Bravo.
Además de la depresión, el también locutor, que cuidó su carrera e imagen por 30 años, estaba afectado porque su hermano, el por entonces juez Carlos Wowe, había sido acusado y sentenciado por el pedido de soborno a cambio de determinadas condenas. Leonardo sufría por el escándalo que salpicaba a su familia y además les pidió disculpas a las víctimas de las estafas.
El día de su trágica muerte, llegó a la oficina y, ante la mirada de las secretarias, se sentó en el balcón y se tiró al vacío. Las mujeres atónitas decidieron asistirlo y lo tomaron de las prendas de vestir, pero él se soltó el cinturón del pantalón para sufrir una caída de 30 metros y terminar en el piso de un patio interno.
De esta manera, a los 49 años, el conductor bronceado se suicidaba dejando en su bolsillo tres cartas destinadas a sus hijas, su esposa y los amigos de toda la vida.
De forma reciente, las chicas decidieron que los restos de su papá estuvieran junto a los de los abuelos para que descanse en paz.