Un antes y un después en la música argentina. Vida, el álbum debut del dúo Sui Generis, cumple medio siglo. Canciones que marcaron a una generación y que aún siguen vivas en la actualidad.
"Hubo un tiempo que fue hermoso y fui libre de verdad”. Grabado entre agosto y octubre de 1972 en los estudios
Phonalex de Núñez, en la ciudad de Buenos Aires. Treinta minutos, once canciones. Uno de los álbumes que dio “vida” al rock nacional.
Corría el año 1972 y dos jóvenes compositores, amigos del colegio, daban los primeros pasos, los primeros acordes que tiempo después los pondría en uno de los lugares más privilegiados de la música argentina.
“Nosotros recorrimos todas las grabadoras habidas y por haber y nos echaron de todas”, contaría Nito Mestre tiempo después a modo de anécdota. Los sueños de ambos no tenían lugar para echarse atrás y el éxito, pese a las barreras, estaba asegurado.
Las presentaciones más remotas fueron en fiestas y pequeños teatros que se vendían para amigos y familiares. Con el paso de los días, la insistencia y los aplausos del público, el grupo tuvo su primera incursión fuera de la Capital Federal. En un viaje a Mar del Plata tomaron contacto con otros grupos de renombre de la época como La Cofradía y el dúo Pedro y Pablo.
“Un día nuestro mánager nos llevó a ver a Jorge Álvarez (productor musical). Caímos con Charly (García) con las guitarras, porque en ese momento los demos no existían, uno iba con la guitarra a tocar al productor y cantamos cuatro o cinco canciones a él y a Billy Bond. Terminamos de cantar esos temas y nos dijeron: Empiezan a grabar el mes que viene. No les creímos, y al mes siguiente empezamos a grabar”, recordó Nito.
Un disco simple, con Canción para mi muerte como el tema central, que se transformaría en una de las obras más sobresalientes, emblema de la música nacional. Más de 400.000 discos vendidos, una cifra descomunal en años donde vender solo 500 era sinónimo de éxito.
“Vida lo compuse fantaseando, porque muchas de las canciones hablan de cosas que no me habían pasado, que yo imaginaba, quería que me pasaran o que no me pasaran”, expresó Charly sobre el primer disco.
Necesito, Quizás porque, Dime quién me lo robó y Cuando comenzamos a nacer son algunas de las obras que forman parte de este trabajo. Además del amor, la muerte y los deseos de una juventud que buscaba transformar al mundo, no escapaba el compromiso social en medio de un contexto político en donde los golpes de Estado eran moneda corriente en Latinoamérica y donde faltaban pocos años para el golpe genocida que se iniciaría el 24 de marzo de 1976.
Sui Generis marcó en ese momento algo diferente en cuanto al sonido y las melodías, con embates y críticas ya conocidas de la mayoría de los grupos que hasta ese momento eran los más sobresalientes en el ambiente del rock argentino. Había una rivalidad entre “pesados”, los que hasta ese momento se imponían en los escenarios como La Pesada del Rock and Roll y Pappo’s Blues, y los “blandos”, como Sui Generis, León Gieco y Raúl Porchetto, por centrar su música en el folk y las guitarras acústicas.
Sui Generis se adelantó a su tiempo. Dos chicos se hacían grandes dándole “vida” a la música popular. Cincuenta años atrás, dos adolescentes de pelo largo, amigos de la escuela, con la pasión y los ideales intactos, quizás sin saberlo o quizás sí, hacían uno de los mejores discos de la historia del rock nacional. Luego, con el paso del tiempo, vendrían muchos más.
De Vida al Adiós y un reencuentro épico
Entre 1972 y 1975, Carlos Alberto García Moreno y Carlos Alberto Mestre grabaron cuatro discos. Tras el primer álbum, le siguieron Confesiones de invierno (1973) y Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974).
En 1975 llegaría la separación del grupo, con un recital histórico y un disco doble en vivo. El 5 de septiembre, el Luna Park fue el escenario que le dijo Adiós al dúo más exitoso del muy joven rock nacional.
Tras la despedida, los caminos de Charly y Nito fueron muy diferentes. Sin embargo, pese a las carreras de cada uno, en muchas ocasiones se volvieron a reunir en el escenario. El más grande de esos encuentros se gestó en el 2000 con el nuevo proyecto Sinfonía para adolescentes. Un show histórico en Boca Juniors y presentaciones en varios países. Entre el público estaban aquellos viejos fans, los jóvenes de ayer y los de hoy.