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Tras los temblores del fin de semana, se registraron movimientos sísmicos de menor intensidad. Diario Hoy dialogó con la doctora en Geofísica de la UNLP, María Laura Rosa.
01/09/2020 - 00:00hs
Las alarmas se encendieron en el continente blanco el fin de semana, cuando se registraron dos fuertes sismos. El primero, de 5 grados en la escala Richter, el sábado, y el segundo, de 5.2, el domingo.
“En las regiones que son sísmicamente activas, como esta, es esperable que ocurran sismos. Uno no sabe ni cuándo ni si estos episodios que hay de sismicidad pequeña de repente manifiestan sismicidad de mayor magnitud. Hubo dos, no sabemos si va a seguir ocurriendo, la sismicidad está siempre presente”, le dijo a diario Hoy, María Laura Rosa, doctora en Geofísica, especialista en sismología y docente e investigadora en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP.
Los terremotos del fin de semana fueron registrados en la Base Carlini, administrada por la Dirección Nacional del Antártico, que se encuentra en la península Potter de la isla 25 de Mayo, a 200 kilómetros de Ushuaia. De hecho, ayer se volvieron a registrar movimientos sísmicos de menor intensidad.
Además de la base Argentina, se sintió en las bases de Uruguay, Brasil, Chile, China, Corea, Perú, Polonia y Rusia.
“El sismo ocurrió en una zona donde convergen varias placas. Está la placa de Scotia, que es una placa pequeña que está ubicada en la región del mar de Scotia, formada por pequeños fragmentos continentales y que tiene un de-sarrollo tectónico que comenzó hace más de 40 millones de años. Esa placa está limitada por la placa Sudamericana al este y la placa Antártica al sudoeste”, dijo Rosa.
Allí la tectónica es bastante compleja porque hay distintos bordes de placas. “En particular en la región donde ocurrió el sismo es la región del Estrecho de Bransfield, es una zona de extensión. El sismo ocurrió en un borde de tipo divergente, de extensión. La tectónica ahí es extensiva”.
Cabe destacar que en agosto de 2018 hubo un sismo de magnitud 5.6, en el 2016 uno de 5.1 y en el 2014 hubo una serie larga. Se registraron ocho sismos de magnitud entre 4.5 y 5.1.
“A lo largo de los años hubo un montón de sismo en esa región, no es atípico. Lo que pasa es que ahora se pueden registrar de mejor manera por el mayor instrumental en las bases antárticas”, sostuvo la especialista.
En la página del Instituto Antártico Argentina (IAA) mencionan que en los últimos años las bases argentinas han sido equipadas con sismógrafos, que corresponden a un convenio que se hizo entre el IAA con instituciones de Italia. Y gracias a ese equipamiento se puede ir analizando de una mejor manera y entender más en profundidad lo que allí sucede.
“Se ha aprendido mucho en los últimos 25 años. Antes no se sabía mucho de esta región. Cada vez con la posibilidad de poner más instrumental en las distintas bases antárticas ayuda”, marcó la investigadora.
“Como todo sismo tiene su peligro, son esperables que ocurran. Seguramente los sismos de esta magnitud no generan destrozos grandes, pero pequeños destrozos en una base cercana, seguramente sí”, remarcó.
Consultada sobre si puede existir la posibilidad de que alguna persona perdiera la vida, la especialista expresó: “Las edificaciones son bajas, la cantidad de personas es baja. Podría ser que se rompa una pared o algo, que algún mueble caiga, pero no te puedo asegurar que haya riesgo de muerte”.