Por primera vez en la historia, un instrumento científico diseñado por la NASA capturará imágenes globales del campo magnético de la Tierra desde la superficie lunar.
A mediados de este mes, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) espera enviar a la Luna un sensor de rayos X para capturar las primeras imágenes globales del campo magnético que protege a la Tierra de la radiación solar, una capa llamada magnetosfera.
Se trata del Lunar Environment Heliospheric X-ray Imager, o LEXI, una de las diez cargas útiles a bordo de la próxima entrega lunar que hará la agencia. Según informó el organismo norteamericano, el lanzamiento está programado desde el Centro Espacial Kennedy, en Florida.
“Estamos tratando de obtener una visión general del entorno espacial de la Tierra. Mucha física puede ser esotérica o difícil de seguir sin años de entrenamiento específico, pero esta será una ciencia que se podrá ver”, sostuvo Brian Walsh, físico espacial de la Universidad de Boston e investigador principal de LEXI.
Según precisaron desde la NASA, el sensor capturará los rayos X de baja energía que se forman cuando una corriente de partículas provenientes del Sol, llamada viento solar, choca contra el campo magnético de la Tierra.
El equipo en la Tierra trabajará las 24 horas del día para rastrear cómo la capa se expande, se contrae y cambia de forma en respuesta a la fuerza del viento solar.
“Esperamos ver la magnetosfera exhalando y respirando por primera vez”, resaltó Hyunju Connor, astrofísica del Centro de Vuelos Espaciales Goddard de la NASA y líder de la NASA para LEXI.
Y agregó: “Cuando el viento solar es muy fuerte, la magnetosfera se encoge y empuja hacia atrás, hacia la Tierra, y luego se expande cuando el viento solar se debilita”.
El instrumento también estará preparado para captar la reconexión magnética, que es cuando las líneas de campo de la magnetosfera se fusionan con las del viento solar y liberan partículas energéticas que caen sobre los polos de la Tierra
Estas partículas solares que llegan a la atmósfera de la Tierra pueden causar auroras brillantes, pero también pueden dañar los satélites. “Queremos entender cómo se comporta la naturaleza”, completó Connor, “y al comprender esto podemos ayudar a proteger nuestra infraestructura en el espacio”.