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El científico de Harvard afirma que, en su incursión en el Océano Pacífico, halló unas “esférulas cósmicas” que se corresponderían con material artificial de origen alien.
11/07/2023 - 00:00hs
No se detiene. A pesar de las críticas por parte de la comunidad científica, Avi Loeb no solo continúa su búsqueda de civilizaciones extraterrestres, sino que parece intensificarla. Después de afirmar que Oumuamua, el primer objeto interestelar captado por la tecnología humana, era en realidad una nave espacial alienígena varada, el físico de la Universidad de Harvard acaba de volver de una expedición al fondo del Océano Pacífico con un hallazgo: en los restos de un misterioso meteorito denominado IM1, dice haber encontrado 50 pequeñas “esférulas cósmicas” que, según asegura, serían material de un vehículo extraterrestre.
En enero de 2014, el Departamento de Defensa de EE. UU. observó un meteorito que ingresó en la atmósfera terrestre y finalmente explotó sobre el Océano Pacífico Sur, cerca de Papúa Nueva Guinea. Fue bautizado como Cneos 20140108 o IM1. Este cuerpo llamó la atención de Loeb porque viajaba muy rápido y, además, explotó mucho más bajo que la mayoría de los meteoritos. Loeb y Amir Siraj, su colega de Harvard, calcularon con un 99,999 por ciento de confianza que IM1 había viajado a la Tierra desde otra estrella.
Usando una combinación de datos del Departamento de Defensa y lecturas de sismología, Loeb calculó un área aproximada donde habían caído los restos del citado meteorito. De forma paralela, consiguió, de mano del magnate estadounidense Charles Hoskinson 1,5 millones de dólares de financiación para costearse una expedición de rescate. Para recolectar los restos, el equipo de Loeb contó con una especie de remolque magnético de un metro de ancho, que era remolcado tras el barco, atrapando los fragmentos férreos.
Una semana después del comienzo de la búsqueda, el equipo encontró unas “pequeñas perlas metálicas” de medio milímetro de diámetro. Al principio, el material se semejaba a fragmentos de hierro corroído; sin embargo, al analizarlo más en profundidad, el equipo determinó que lo más probable era que fueran una aleación de acero y titanio, también conocida como S5 o acero resistente a los golpes. La resistencia del acero S5 está muy por encima de la de los meteoritos de hierro, por lo que de ahí podría venir, según plantean, su origen artificial.