Comienza el ciclo A Cielo Abierto en San Vicente
La propuesta, que se extenderá durante todos los fines de semana hasta fin de año, ofrecerá intervenciones artísticas y propuestas culturales en el predio del Museo Histórico 17 de Octubre.
A 76 años de ese acontecimiento histórico, vale recordar el papel jugado por Cipriano Reyes, un obrero de los frigoríficos berissenses.
17/10/2021 - 00:00hs
El 17 de octubre de 1945 se inició una nueva época en Argentina. Ese día la clase obrera ungió líder a Juan Domingo Perón. Un obrero, hasta ese momento, que era considerado un bastardo: no tenía linaje, nada le pertenecía, ni siquiera el país que era propiedad de sus dueños, los severos señores de la oligarquía. Pero ese día, una multitudinaria movilización popular sacudió al país con la fuerza de un terremoto. Uno de los hombres más preponderantes de ese día era un habitante de Berisso: Cipriano Reyes.
Cipriano Reyes había nacido el 7 de agosto de 1906 en Lincoln. A los 12 años comenzó a trabajar en una vidriería , donde participó en las primeras reuniones de anarcosindicalistas a los que siempre recordaría con sacramental respeto.
En 1921, se mudó al barrio porteño de Zárate y trabajó en el frigorífico Armour, donde apenas dos años después participó de la fundación del primer sindicato de la carne. Su madre ya le había enseñado la mayor lección de su vida: “A la vida hay que enfrentarla poniendo el cuerpo ”. Durante su juventud, solo parecía conocer el vértigo desbocado de los extremos y, siguiendo a otros peleones como él , comenzó a participar asiduamente de huelgas, cayendo preso en varias oportunidades. En una de las tantas refriegas callejeras contra la Policía, mataron de un balazo a su hermano Baldomero. No obstante, lejos de desistir por aquella dolorosa muerte, juró continuar la lucha: “En donde sea pero siempre contra los enemigos de nuestra clase”.
Para el 17 de octubre de 1945 Cipriano Reyes no sólo se había consolidado como dirigente sindical, sino que empezaba a pensar que podía pisar fuerte en la arena política. Pronto, los acontecimientos se precipitaron: una camarilla interna del gobierno militar acometió contra ese coronel, llevándolo detenido a la isla Martín García.
La consigna era unívoca: “Hay que rescatar a Perón”. A la mañana del día 17, los obreros liderados por Reyes se convocaron en la esquina de Montevideo y Callao, en el barrio San Carlos, de Berisso. Ante la encrucijada decisiva que significó ese momento, Cipriano se encargó de hacer que los frigoríficos cesaran sus labores, luego reunir a todos los trabajadores y comenzar a movilizarse hacia Buenos Aires. Algunos afirman que al principio eran 25.000 personas, pero, mientras avanzaban hacia Plaza de Mayo, la cifra pudo llegar a 50.000.
El rescate
En aquel día histórico, el presidente Farrell intentó vanamente dirigirse a la multitud que colmaba Plaza de Mayo, pero el impresionante griterío no se lo permitió. Finalmente, pronunció unas pocas palabras para comunicar que el gobierno no sería entregado a la Corte Suprema y se despidió anunciando lo que más ansiaba la gente: “Otra vez está junto a ustedes el hombre que por su dedicación supo ganarse el corazón de todos: el coronel Perón”.
Aproximadamente a las 23, Farrell le pidió a Perón que saliera al balcón para dispersar a la multitud. Minutos después, una ovación atronadora saludó la presencia del coronel, coreando su nombre.
Fue tal el impacto que dejó aquella marea humana que presentía cómo la historia los acariciaba, y en su nacimiento el rol de ese hombre que vivía en Berisso, que Rodolfo Walsh, en Quien mató a Rosendo, escribió: “Los hombres de Avellaneda aún sonríen cuando oyen hablar de Cipriano Reyes”. Cipriano Reyes murió en la ciudad de La Plata a los 95 años.