Cultura

La historia secreta del Buenos Aires Herald

Fue un diario bilingüe que se publicó en nuestro país durante 140 años. Su último director, Sebastián Lacunza, cuenta las luces y las sombras de este periódico en El testigo inglés.

Nació como un boletín que daba cuenta de los movimientos marítimos del puerto de Buenos Aires, pero con el inicio de la Primera Guerra Mundial comenzó a posicionarse como un actor político para la defensa de los intereses británicos. Muchos argentinos se enteraron de su existencia en los años de la última dictadura, durante los cuales mantuvo una solitaria postura de defensa de los derechos humanos. Sebastián Lacunza dirigió el diario en su última etapa, y recrea en El testigo inglés la historia contradictoria de este periódico que permite alumbrar muchas etapas de la historia argentina.

—¿Se puede decir que hay postulados que el diario sostuvo a lo largo de su existencia?

—Yo creo que sí. Muchas veces se consideró que el Herald denunció los crímenes del terrorismo de Estado porque era liberal a la inglesa, no a la argentina. La verdad que eso no era cierto. Primero, eso implica asumir que la política exterior británica fue liberal para el exterior, cuando en realidad se dieron libertades democráticas solo para su propia sociedad. En cuanto al exterior, su comportamiento fue el de un imperio. El Herald tuvo un período intenso de lobby para los intereses británicos y luego se posicionó grosso modo como un diario conservador liberal. Esa sería una invariante.

—¿Qué implicaba esa postura?

—Apoyo a los golpes de Estado, a instancias represivas cuando hacía falta, peronista durante el peronismo y muy antiperonista inmediatamente después del golpe de la Revolución Libertadora.

—¿Cuál fue la época de mayor venta de ­ejemplares?

—El Herald nunca estuvo auditado por el IBC. Cuando en el último tercio del siglo XIX había cerca de 70.000 británicos, probablemente allí haya sido su época de mayor venta. Pero sobre eso no hay registros.

—Hablanos del papel jugado por el Herald durante la última dictadura.

—Seguramente hay muchos déficits en el Herald bajo la dictadura, muchas posturas editoriales y políticas cuestionables y revulsivas, porque fue un diario que apoyó al golpe de Estado y personajes o sectores de la dictadura. Pero en esos años se dio, primero por la influencia de Graham-Yooll –que se va exiliado en septiembre de 1976– y luego por la dirección de Robert Cox, una cobertura persistente, inteligente, valiente, de publicación de las atrocidades del terrorismo de Estado. Más de una vez la dictadura se vio forzada a liberar gente y a que nietos se reencontraran con sus abuelos por el Herald. No hay meta mayor para un medio de comunicación que salvar vidas. Más allá de las contradicciones, complicidades y consecuencias polémicas. Pero eso lo hizo.

—Sobre todo teniendo en cuenta el papel de abierta complicidad de la mayoría de los medios de la época...

—Y abierta complicidad de uno de los accionistas del Herald y de parte de la comunidad de lectores. Para los lectores del diario, por momentos fue indigerible la postura del Herald. Cuando Graham-Yooll se va amedrentado por la dictadura en septiembre de 1976, el Herald no denuncia su exilio. Se va acusado por el entorno del Herald de ser terrorista –él y su esposa–.

—¿Esa postura de defensa de los derechos humanos por parte del Herald durante la última dictadura también se verificó en las dictaduras anteriores?

—No, de hecho apoyó todos los golpes militares del 30 al 76, inclusive. Cuando Frondizi habilita elecciones de representantes del peronismo –con Perón prohibido–, el Herald lo denuncia y dice: “El peronismo y el comunismo son lo mismo”, y llama al derrocamiento de Frondizi. En la etapa previa de la Triple A, critica los Falcon verdes, pero por momentos se endurece y llama a Videla como el salvador de la democracia y la civilidad. El propio editorialista James Neilson celebraba la derrota del marxismo por parte de la dictadura cuando Cox se fue al exilio.

La etapa final

Sebastián Lacunza fue director del Buenos Aires Herald en su etapa final. A propósito de aquella experiencia, destacó: “Mi noción del Herald, hasta ese momento, era la del diario que había denunciado los crímenes de la dictadura, y que mi padre había comprado para ayudarme con el inglés en mi infancia. Cuando yo llegué, el Herald tenía dificultades económicas. Las familias inglesas, que eran su núcleo de lectores, hacía décadas que se habían reducido mucho: ya los hijos, nietos, bisnietos y tataranietos de los inmigrantes ingleses hablaban castellano y muchos otros se habían vuelto. La información internacional, que era un plus del Herald de toda la vida, ya a esa altura estaba diseminada a un clic de distancia por diarios de habla inglesa. Nosotros teníamos mucho rebote, sí, del mundo financiero internacional, o sea, las noticias económicas de Argentina del Herald tenían compras, porque era un texto ya elaborado en inglés que era muy amigable para los inversores, bancos, etc. Entonces, procuré eso: reencontrarnos, en todo caso, con el mito del Herald en cuanto a un diario progresista y atender la pata de los negocios. No era fácil. Primero pasó de diario a semanario, en octubre de 2016, y se cerró en julio de 2017.

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