Trabajando con neutrones
03/08/2016 - 02:10hs
Un estudio prueba que, tras largos períodos de angustia, el tamaño del hipocampo, “sede” de nuestros recuerdos, puede reducirse. Esta variación dañaría la capacidad humana para rememorar eventos del pasado
Presiones en el trabajo, problemas de dinero, exámenes o una enfermedad en la familia son situaciones angustiantes que, si se prolongan durante un largo período de tiempo pueden producir estrés crónico: un padecimiento que afecta a millones de personas en todo el mundo, especialmente en las grandes ciudades.
Este padecimiento moderno afecta una parte del cerebro denominada hipocampo, la sede de la memoria. De forma curvada, y situado en la base de nuestro cerebro, el hipocampo codifica los recuerdos de hechos y eventos: nombres, números de teléfono, fechas y sucesos ocurridos en el día a día.
Un grupo de investigadores del Centro Nacional de Ciencias Biológicas de Bangalore (India) y del Trinity College de Dublín (Irlanda) ha demostrado mediante la utilización de roedores que incluso un breve período de estrés puede hacer que el cerebro se encoja. Para ser más precisos, esa reducción se produce en el mencionado hipocampo. Se trata de un cambio en la estructura del cerebro que precede a la aparición de otro cambio en el comportamiento: la pérdida de memoria.
Los roedores reaccionan al estrés de forma parecida a los humanos: desarrollan comportamientos relacionados con la ansiedad y tienen la capacidad de formar recuerdos. Los científicos han establecido formas precisas de poner a prueba la memoria y la respuesta de las ratas a diversas formas de angustia.
Durante este estudio las ratas fueron sometidas a estrés durante dos horas a lo largo de diez días. Luego se examinaron sus cerebros por resonancia magnética y su capacidad para formar recuerdos se evaluó varias veces utilizando dos pruebas diferenciadas. Los resultados fueron sorprendentes desde el primer conjunto de imágenes obtenidas después de solo tres días de estrés: el hipocampo de las ratas estresadas había reducido su tamaño.
Sumantra Chattarji, el director del proyecto, explica que “fue un resultado totalmente inesperado. Normalmente se observan cambios estructurales en el cerebro después de mucho tiempo, por ejemplo, 10 o 20 días. Un período de tres días de angustia ni siquiera se considera como estrés crónico”.
Cinco días después de la exposición al estrés y sin aplicar ningún tratamiento, la capacidad del hipocampo de las ratas para formar recuerdos fue puesta a prueba de nuevo. Una vez más, los investigadores se llevaron una sorpresa. Las ratas estresadas se desenvolvían casi tan bien como las no estresadas. “La pérdida de volumen y la contracción ya habían ocurrido y, sin embargo, la memoria espacial se mantenía”, explica Chattarji.