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Cuando Martín Miguel de Güemes llegó al cine

En 1971, el caudillo odiado por la oligarquía salteña fue encarnado por Alfredo Alcón, en una película dirigida por Leopoldo Torre Nilsson.

Interés General

06/08/2022 - 00:00hs

El convoy que fue a filmar la película a Salta estaba compuesto por 12 automotores y un equipo electrógeno. La caravana por los trepidantes caminos montañosos estaba encabezada por Leopoldo Torre Nilsson, director de Güemes, la tierra en armas, un film que vindica una de las mayores gestas populares registradas en nuestro país.

El campamento se estableció en Campo Alegre, un lugar agreste donde abundan lo espinillos y un arroyo pedregoso lo cruza como una cicatriz. Allí establecieron su cuartel general, como 150 años antes lo había hecho ese gaucho llamado Martín Miguel Juan de la Mata Güemes, que a los catorce años participó en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, y que unos años después sería el líder de la guerra gaucha que con tácticas guerrilleras impidió el avance realista y permitió a San Martín el cruce de Los Andes.

Fue la tercera película épica de Torre Nilsson, precedida por Martín Fierro y El Santo de la Espada. Era una época en que el cine que planteaba temas históricos vivía un auge sin precedentes. Por esos años, Fernando Ayala hizo Argentino hasta la muerte evocando la “Guerra de la Triple Infamia”, llevada a cabo contra Paraguay; René Mugica rodaba Bajo el signo de la patria, con Manuel Belgrano como personaje principal; y Manuel Antín estrenaba El Señor de la Pampa, vida de Juan Manuel de Rosas.

Curiosamente, en el mismo lugar donde se filmaba Güemes, casi diez años antes se había filmado Taras Bulba, con Tony Curtis y Yul Brynner. Alfredo Alcón –quien ya había actuado en cinco películas de Torre Nilsson- personificaba a Martín Miguel de Güemes; en tanto, Norma Aleandro –que actuaba por primera vez con el director-, encarnaba a Macacha Güemes, hermana del héroe. Como curiosidad, se veía a Mercedes Sosa –de 36 años, por entonces-, dando vida a Juana Azurduy, quien junto a su marido, Padilla, había participado en las revoluciones de Chuquisaca y La Paz, en 1809, liderando un ejército de 1.500 indios. Como no podía de ser de otra manera, Mercedes Sosa canta en la película el célebre tema escrito por Félix Luna y Ariel Ramírez que ensalza a ese legendario personaje, descripto por el director de la película así: “Venerada por Güemes y sus gauchos, homenajeada por Bolívar y su estado mayor, la misma a quien el general Belgrano devolvió una bandera enemiga que ella había conquistado, escribiendo en el paño estos versos que él mismo había compuesto: Desde hoy seréis ya bandera / Por mejor mano creada, / Seréis en toda frontera. / ¡Tiemble el tirano! La Hera / Abata su pompa vana; / Y para gloria de Juana / De Azurduy, diga que de él / A pesar de ser cruel / Triunfó una americana. No son fantasías románticas, en el tomo XV de la Biblioteca de Mayo, está el oficio de Manuel Belgrano al director, Juan Martín de Pueyrredón, en donde se dice que la “amazona Juana Azurduy arrancó con sus manos del abanderado ese signo de la tiranía; aquí está el parte del comandante Manuel Ascencio Padilla, esposo de la Azurduy, donde describe el episodio”.

El punto de partida de la película es el poema dramático La tierra en armas, del escritor salteño Juan Carlos Dávalos, modificado por Torre Nilsson, quien dijo: “En rigor, el texto de Dávalos narra episodios aislados de Martín Güemes y sus hombres. Nuestra película tiene una textura global del personaje y su gesta. Es una semblanza: hemos rescatado aspectos poco conocidos de su vida”.

El asesor histórico de la película fue Aníbal Aguirre Saravia, quien cumplió la misma función para la película El Santo de la Espada.

Un defensor de la tierra nativa

La intención fue celebrar la memoria de un caudillo con sentido nacional, que luchó por las Provincias Unidas para afianzar la independencia de estas tierras. Un estadista al servicio del país. Dijo Torre Nilsson: “Si Güemes no hubiera muerto a los 36 años, nuestro territorio argentino sería mayor. Si Güemes no hubiera existido, creo que nuestras fronteras nacionales terminarían en Córdoba. No fue un mero defensor de la provincia de Salta, sino de la soberanía nacional, según un ideario americano; un defensor de la tierra nativa, según el concepto sanmartiniano. San Martín y Güemes son afirmación de la soberanía nacional. Como gobernador de Salta, Martín Güemes reveló su preocupación por la situación del gaucho, por su ubicación social; fue un auténtico líder popular que trabajaba con el pueblo. La oposición que le prodigó un sector de la oligarquía salteña se explica por los perjuicios económicos que le ocasionaba la tenaz militancia de Güemes.”

Así quedó retratado en una película este caudillo que, como dijo el General Paz en sus memorias: “Despreció las seductoras ofertas de los generales realistas, hizo una guerra porfiada, y al fin tuvo la gloria de morir por la causa de su elección, que era la de América entera.”

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