Corte total de tránsito sobre diagonal 74
Por obras de repavimentación, a partir de hoy estará cortado todo el acceso a diagonal 74 desde 38 hacia la rotonda.
Séraphine Louis hacía limpieza de casas y, por las noches, pintaba cuadros que aún hoy siguen provocando asombro.
15/07/2025 - 00:00hs
Nacida en una familia humilde, se quedó huérfana muy pronto y trabajó como pastora, empleada doméstica en un convento y ama de llaves para las familias pudientes del rural francés. Su caso es uno de lo más misteriosos y apasionantes de la historia del arte, pero sobre todo una revelación que ha sido injustamente invisibilizada por el canon monolítico de la crítica cultural.
Por las noches, a la luz de las velas y agotada por el duro trabajo, Séraphine Louis sacaba fuerzas para dedicarse a una afición secreta: la pintura. Con su pincel hacía estallar flores y sorprendentes plantas que enmarcaba en pequeños rectángulos de madera. Tenía un estilo inédito hasta ahora en el arte: una pintura personal, autodidacta y sobre todo honesta. Inspirada por su fe religiosa, desarrolló un estilo naíf, colorista, extraño, espiritual espectacular y sus obras eran pura fantasía; con un color estampado en lienzos que representan fascinantes arreglos florales.
Con variados elementos fabricaba sus propios colores, y llenaba pequeñas tablas con rudimentarias figuras de hojas y plantas. La naturaleza, para ella, era algo calmo, afable. Un día, su ocasional patrón se mostró interesado en esos trabajos. Le habló de talento natural, de exposiciones y ventas. Ella pensó que le estaba tomando el pelo. Cuando la cosa tomó visos de seriedad, él debió irse de apuro. Era alemán, y corría 1914. Volvió 13 años más tarde. La reencontró, le dio una pensión mensual, la alentó a pintar lienzos de dos metros. Quiso hacerla una artista profesional. Sin querer, le provocó un torbellino de ideas y sentimientos encontrados, abriéndole perspectivas de insospechado alcance.
El coleccionista Wilhelm Uhde descubrió su obra y promocionó a Séraphine, que empezó a tener compradores fascinados por su estilo ingenuo. Pero pese al éxito, Séraphine tenía problemas. Vivió internada el resto de su vida, sola en un psiquiátrico. Al morir fue enterrada en una fosa común.
Seraphine Louis había empezado a pintar a los 42 años porque “escuchaba una voz que se lo pedía”. Ella misma preparaba sus pinturas mezclando tierra y pigmentos en unas recetas que guardó siempre en celoso secreto y gracias a las cuales logró algunos de los rojos más virulentos que se han visto sobre un lienzo. Murió el 11 diciembre de 1942, con 78 años de edad, en el hospital de Villers-sous-Erquery bajo las duras condiciones de los asilos en Francia bajo la ocupación nazi, y fue enterrada en una fosa común. De Séraphine Louis existen unos 70 cuadros dispersos por museos del mundo.
En 2008, se estrenó en cines “Séraphine”, dirigida por Martin Provost, una película que rescata su vida y su obra de la mejor manera, y ofrece un atisbo del maravilloso éxtasis cotidiano del que una mujer anónima destiló milagros pintados. La hipótesis del director es que Séraphine es que se trataba de una visionaria. Excéntrica y algo patética, protegía su dignidad con un carácter agudo y una intensa comunicación con los ángeles que le ordenaban que pintara. Como una vasija divina, Séraphine – interpretada por Yolande Moreau- mechaba su vida hobbesiana con horas de creación nocturna.
A principios de los años 30 Seraphin se paseaba por el pueblo anunciando el fin del mundo y gritando todo tipo de improperios a los vecinos. La encerraron en un psiquiátrico. Uhde intervino para que la trasladaran al hospital psiquiátrico de Erquery, asegurándose que tendría buenos cuidados, y la dejó allí. Séraphine dejó de pintar, ya nada la ataba a este mundo.
Cuando estalló la II Guerra Mundial, los hospitales se vaciaron de recursos. Séraphine murió el 11 de diciembre de 1942 a los 78 años en circunstancias terribles y desoladoras a causa de las dosis masivas de tranquilizantes, de las privaciones físicas y la falta de alimento durante la ocupación alemana. Fue enterrada en una fosa común, en un anexo del hospital de Villers-sous-Erquery.