La presencia de un metal en los dientes de los escualos sugiere que compitieron por la comida.
Hasta hace unos tres millones de años, el rey de los mares era el megalodón, un enorme tiburón de hasta 20 metros. Pero por alguna razón se extinguió, dejando su corona al tiburón blanco. Unas teorías culpan al enfriamiento climático, otras apuntan al declive de sus principales presas, las ballenas. Pero el análisis de los dientes de grandes peces del pasado y el presente plantea otra posibilidad: los tiburones blancos y megalodones compitieron por la misma comida y ganaron los primeros.
Un grupo de investigadores ha usado un original sistema para saber en qué lugar de la cadena trófica estaban ambos animales: estudiaron la concentración de un isótopo de zinc en el esmalte de sus dientes. “Nuestros resultados muestran que tanto el megalodón como su antepasado estaban en la cima de los depredadores”, dijo Michael Griffiths, profesor de la Universidad William Paterson (Estados Unidos) y coautor del estudio. “Pero lo nuevo es que los valores de isótopos de zinc de los dientes de los tiburones del Plioceno temprano sugieren niveles tróficos en gran medida superpuestos”, concluyó.