Indignación de los trabajadores ante un caso de coronavirus en ABSA

Empleados de la delegación de Villa Catella se mostraron furiosos frente a cómo procedieron las autoridades al confirmar un caso positivo de Covid-19. “Hicimos el reclamo porque entendemos que deberían aislarnos a todos”, dijeron a diario Hoy

Interés General

02/07/2020 - 00:00hs

Empleados de Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA) de Villa Catella se mostraron preocupados e indignados frente a la decisión que tomó la empresa al confirmar que un capataz estaba infectado con coronavirus.

La noticia del trabajador contagiado se conoció el lunes a la noche. Quienes están a cargo de velar por la salud del resto de los operarios decidieron ese mismo día aislar a 15 personas. Sin embargo, arbitrariamente se dispuso que otros cinco empleados, que también estuvieron con el enfermo y compartieron e intercambiaron materiales de trabajo, siguieran yendo.

El problema comenzó el martes 23 de junio a la tarde cuando el capataz, sin barbijo y en una reunión en la que no se respetó el distanciamiento social, comenzó a toser. Enseguida, lo enviaron a su casa y al otro día, con síntomas, se sometió al hisopado, cuyo resultado arribó esta semana. Mientras tanto, en la sucursal de zona Norte el resto de sus compañeros continuó con sus tareas.

“Hicimos el reclamo, ya que consideramos que todos deberíamos estar en aislamiento. Pero nos dicen que, como no estuvimos más de quince minutos con el infectado, porque no fuimos a la reunión, tenemos que ir igual a trabajar. O sea, ni siquiera están teniendo en cuenta que esa misma mañana, la del 23, nosotros también mantuvimos contacto con la persona que ahora está enferma, porque es quien nos explica el trabajo ynos entrega los papeles”, explicó uno de los operarios.

Diario Hoy contactó al jefe de Redes de Villa Catella, Alejandro Gómez, quien afirmó el hecho, a la vez que lo minimizó: “Los oficiales que entran, saben que llegan, marcan la boleta y tienen que ir a retirar el trabajo o a higienizar la camioneta para salir. El momento que pueden haber compartido con el capataz fue cuando les dio las órdenes y les explicó lo que había que hacer”.

El funcionario dio detalles de cómo manipulaba el infectado los papeles que entregaba a sus colegas y dijo: “Este hombre que tiene covid se escupe los dedos para separar las hojas de los papeles y todo el mundo lo ve. Es más, el día que estaba tosiendo no tenía barbijo”.

La Organización Mundial de la Salud refiere que las gotículas de saliva pueden caer sobre los objetos y superficies que rodean al enfermo, de modo que otras personas pueden infectarse si tocan eso y luego se llevan las manos a los ojos, la nariz o la boca.
Frente a esa escena visible para todos, el grupo de empleados no comprende por qué motivo debe seguir yendo y teme, si es que alguno estuviera infectado, contagiar a terceros.

Si bien Gómez explica que la potestad de la decisión la tiene el área de Salud de ABSA, indica: “Yo entiendo a los tipos y les daría para que se fueran a su casa. Pero hay uno que ni siquiera demuestra tanto interés. No creo que haya tenido una charla entusiasmada con el capataz respecto al plano”.

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