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Los científicos descubrieron en el hongo Candida antarctica una serie de propiedades para hacer más eficiente la fabricación del Ibuprofeno.
17/05/2023 - 00:00hs
Un equipo de investigadores del Centro de Investigación de Proteínas Vegetales (CIProVe) y el Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias Aplicadas Dr. Jorge J. Ronco (Cindeca), ambos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP, realizaron un gran descubrimiento en la Antártida. Tal como se acaba de publicar en la revista Catalyst, reportaron los resultados de un trabajo conjunto sobre el uso de una proteína de la levadura Candida antarctica —un hongo microscópico formado por una sola célula—para hacer más eficiente la fabricación del ibuprofeno.
En su estudio, el grupo de trabajo conformado por Laura Briand, Carlos Llerena Suster, María Victoria Toledo,Silvana Matkovic y Susana Morcelle aporta características clave para el diseño racional de un biocatalizador. El compuesto fue fabricado a partir del fijado de la enzima lipasa B, una proteína de la levadura, sobre un soporte de dióxido de silicio nanoestructurado. Los investigadores exploraron el rendimiento del biocatalizador con el agregado de diferentes cantidades de sustancias químicas llamadas polioles, para buscar una configuración que resultara más eficiente que los biocatalizadores disponibles en la purificación de ibuprofeno.
“Es un componente que, sin participar de una reacción química, es capaz de acelerar enormemente la velocidad de la misma”, explica el químico Carlos Llerena Suster, investigador del CIProVe y docente de la UNLP. “Lo fundamental es la presencia de enzimas, que son proteínas cuya función es catalizar reacciones en o para los seres vivos. Estas enzimas pueden estar libres, en agregados, inmovilizadas sobre distintos soportes”.
Hace más de 5.000 años que las personas usan estos microorganismos para producir alimentos como el pan, pero gracias a la biotecnología también se los aplica en la fabricación de productos químicos y farmacéuticos. Son muy comunes en la naturaleza y se pueden encontrar en diversos hábitats, incluyendo algunos tan extremos como la Antártida. En los últimos años se han identificado numerosas levaduras que adaptaron su metabolismo para proliferar en ambientes fríos, y desde entonces se exploran sus usos potenciales en desarrollos biotecnológicos tan diversos como fabricar biocombustibles o descontaminar efluentes industriales.