Juana Manuela Gorriti, la primera novelista argentina
De familia patricia, era la hija de un general de la Independencia y esposa de quien sería presidente de Bolivia. La historia fascinante de una mujer de nuestra historia.
CULTURADe familia patricia, era la hija de un general de la Independencia y esposa de quien sería presidente de Bolivia. La historia fascinante de una mujer de nuestra historia.
22/03/2022 - 00:00hs
A los 12 años, Juana Manuela Gorriti hizo su primer viaje, cruzando la frontera de Salta a Bolivia, en una caravana de peregrinos que marchaban al exilio. Nació en Horcones, Rosario de la Frontera, Salta, el 16 de julio de 1816. A causa de la posición política de su familia, que revestía entre la de los patriotas en los albores de la independencia y que luego se alinearon detrás de las concepciones unitarias, Juana Manuela marchó al exilio junto a su familia y residió desde la adolescencia en Tarija, donde conoció al joven capitán Manuel Isidoro Belzú (quien sería luego el famoso “Tata” Belzú, presidente de Bolivia), y se casó con él en La Paz. El matrimonio tuvo dos hijas: Edelmira y Mercedes. Luego se asiló en Perú por razones políticas. Belzú regresó solo a Bolivia y la pareja se separó. Juana Manuela permaneció en Lima con sus hijas y dos hijos de una relación posterior. Cuando, luego de una asonada, su marido fue asesinado, Juana Manuela fue a La Paz a reclamar los restos.
En Lima inició su trabajo literario, que nunca dejó de ser intenso, publicó en 1845 (el año en que Sarmiento publicó su Facundo) la novela corta La quena. Creó una escuela para niñas, revistas literarias y dio vida a las famosas Veladas Limeñas, a donde concurrían los escritores más importantes del Perú. Según lo evoca Santiago Estrada en el prólogo de La tierra natal, en los salones de Juana Manuela Gorriti de Lima y Buenos Aires “se respiró el ambiente sereno y perfumado de la casa solariega y aristocrática en que nació”.
Escribir y viajar son los hitos principales de su vida. Dijo Ricardo Rojas, en la Historia de la literatura argentina: “El renombre literario de doña Juana Manuela, de su salón limeño y de su vida novelesca se esparció desde Perú a toda la América”. Escritora de amplio registro, cultivó el cuento, la novela, la biografía, la poesía y el teatro. Sus obras se encuentran entre las primeras manifestaciones del romanticismo hispanoamericano.
En La cocina ecléctica, libro de 1890, transcribe recetas de platos tradicionales que le envían parientas, amigas y conocidas de toda América. El título remite a cierta irreverencia que permite, a la hora de cocinar y comer, el mezclar hábitos, nombres, gustos e ingredientes. El libro es una muestra de identidad a través de las comidas. El listado de manjares es extenso y a veces exótico: sopa salteña, sopa teóloga, sopa de té para el desayuno, sopa de gallina, sopa de tortuga y de camarones, salsa sublime, puré de habas y de lentejas, dorado a la San Martín, dorado a la sevillana, sábalo a la mimosa, pescado frito a la limeña, tamal, humita, empanada de fiambre, pastel de frijoles, pastel de pichones y muchos otros, enmarcados en breves relatos, gracejos y reflexiones. Es uno de los libros más traducidos, reeditados, citados y estudiados de Juana Manuela.
Los sujetos subalternos
Juana Manuela Gorriti visibilizó desde sus textos a sujetos subalternos de las sociedades latinoamericanas del siglo XIX, como las mujeres, los indios y los negros. Su producción literaria se publicó en Perú, Colombia, España y Francia.
Viajera incansable, cruzó desde Bolivia a Perú, desde la Argentina a Chile y a Ecuador. En 1874 regresó a la patria, luego de un largo viaje en barco (al que se alude en la novela Juanamanuela mucha mujer, de Martha Mercader) con escalas en Valparaíso y Montevideo. Se radicó en Buenos Aires, donde continuó su labor intelectual. Alternó con la llamada “generación del 80”. Marcada por la desdicha y la peripecia, vio morir a sus hermanos y a sus hijas. Regresó un par de veces a Salta, una vez vestida de varón, y finalmente en 1886, a los 70 años, ya en tren hasta Rosario de la Frontera, para seguir luego en carruaje.
Murió en Buenos Aires en noviembre de 1892 y sus restos están en el Panteón de las Glorias del Norte, en la Catedral de Salta.