Julieta Lanteri fue la primera mujer que se escribió en esa casa de estudios,
hasta ese momento reservada exclusivamente
a los hombres.
Nacida en Cuneo, Italia, el 22 de marzo de 1873, Julieta Lanteri arribó a Buenos Aires con sus padres y su hermana Regina cuando tenía seis años. A diferencia de otros muchos inmigrantes italianos que llegaron a Argentina en la época, el padre de Julieta, Antonio Lanteri, había heredado una propiedad aquí. Eso hizo posible que la familia viviera sin grandes aprietos, y que sus hijas pudieran materializar su deseo de estudiar.
Fue la primera mujer que pudo ingresar y recibirse de bachiller en el Colegio Nacional de La Plata. Por entonces, el mandato social exigía que las niñas debían formarse en Escuelas Normales. No obstante, Lanteri decidió ser la primera en matricularse y recibirse de bachiller en dicha institución, hasta ese momento exclusiva para hombres.
En marzo de 1896 solicitó al decano de la Facultad de Medicina, Leopoldo Montes de Oca, el ingreso a la carrera. La petición fue aprobada en apenas dos días. Así, dos años después, Julieta se graduó como farmacéutica, y luego lo hizo como médica, pasando a formar parte del reducido grupo de mujeres egresadas en Medicina en la Argentina decimonónica. Posteriormente, en 1907, presentó su tesis doctoral titulada “Contribución al estudio del deciduoma maligno” y durante años ejerció de práctica médica en la Asistencia Pública argentina.
En 1910 fue secretaria del Congreso Femenino. Ese mismo año se nacionaliza argentina y en el contexto del debate sobre la reforma electoral del que saldría la llamada Ley Sáenz Peña, la doctora Lanteri hizo una presentación judicial reclamando que se le reconocieran sus plenos derechos como ciudadana, incluidos los políticos. El fallo en primera instancia -luego refrendado por la Cámara Federal-, resultó favorable reconociendo que su derecho a la ciudadanía estaba consagrado por la Constitución Nacional. En aquel momento, expresó una de sus declaraciones más célebres ante la prensa nacional: “Arden fogatas de emancipación femenina, venciendo rancios prejuicios y dejando de implorar sus derechos. Estos no se mendigan, se conquistan”.
Lanteri fundó la Liga Argentina de Mujeres Librepensadoras y el Partido Feminista Nacional. Uno de sus objetivos era que las mujeres del país pudieran acceder a la educación universitaria y la práctica profesional. Unos años atrás había participado del Congreso Internacional de Librepensamiento realizado en Buenos Aires, donde quedó conmovida por el llamamiento de la republicana española Belén Sárraga a pelear por los derechos políticos de la mujer. A raíz de aquel encuentro, Julieta se sumó al Centro Socialista Feminista, la primera organización que luchó explícitamente por los derechos de las mujeres en Argentina, fundada e impulsada por la también médica y política Alicia Moreau.
En 1918 Lanteri fundó el Partido Feminista Nacional por el que se postuló a legisladora en varias ocasiones. Todas esas instancias electorales fueron previas al derecho al sufragio femenino, por lo que en ningún caso habría podido acceder al cargo. La primera fue en 1919, cuando se presentó para ocupar una banca en la Cámara de Diputados de la Nación Argentina, convirtiéndose así en la primera mujer candidata en el país. Presentó un programa altamente progresista que incluía, entre otras propuestas, la licencia por maternidad; el subsidio estatal por hijo; la igualdad civil ante la ley para los hijos naturales fuera del matrimonio; la abolición de la prostitución reglamentada; el sufragio universal; la igualdad salarial para trabajos equivalentes de hombres y mujeres; la abolición de la pena de muerte y el divorcio absoluto. Julieta obtuvo 1730 votos sobre un total de 154.302 sufragios emitidos. Todos los votantes eran hombres.
El 23 de febrero de 1932, cuando caminaba por el microcentro de Buenos Aires, un automovilista la embistió y huyó. Murió a los dos días en el hospital. Tenía 58 años. El incidente mortal, archivado como accidente por la policía, fue cuestionado por la prensa al saberse que el conductor del vehículo era miembro de un grupo paramilitar de extrema derecha y ya había cometido numerosos asesinatos.