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La musa de Nietzsche

Lou Andreas-Salomé fue considerada una de las mentes más brillantes de fines del siglo XIX, arrasó el corazón de más de una celebridad, pero se afirmó en su libertad.

Interés General

02/06/2025 - 00:00hs

Para el filósofo Federico Nietzsche, ella era “la persona más inteligente que he conocido”, la heredera perfecta de su filosofía, “la mejor y más fructífera tierra de labranza” para sus ideas. Por su parte, Isabelle Mons la describe como “la encarnación de una mujer moderna que ganó su libertad (…) sin preocuparse por nada que no fuera encontrar el camino que conduce a una misma”. Lou Andreas-Salomé fue una de las mentes más brillantes de la generación de finales del siglo XIX. Hizo de puente entre la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, y se ganó el amplio reconocimiento de los intelectuales de su época.

Nació el 12 de febrero de 1861 en San Petersburgo, Rusia, en el corazón de una familia adinerada de expatriados alemanes protestantes, con profundas creencias religiosas. Su padre era Gustav von Salomé, un importante general del Ejército Imperial Ruso, y su madre Louise Wilm von Salomé. Ella fue la pequeña y única mujer de los seis hijos que tuvo el matrimonio. A pesar de haberse criado en un ambiente religioso, Salomé perdió la fe a una edad temprana. En su libro “Mirada retrospectiva”, de 1951, narra cómo quedó decepcionada cuando, de niña, “Dios no respondió a su pregunta de por qué un par de muñecos de nieve desaparecieron repentinamente bajo el sol”.

Influida por Ibsen, quiso ser la mujer consciente de sus responsabilidades. A finales de 1880, dejó Rusia acompañada de su madre para ir a estudiar teología, filosofía e historia del arte en la Universidad de Zúrich, una de las pocas casas de estudio en Europa que recibía mujeres. Por entonces, conoció a Malvida de Meysenburg, y a través de ella a Paul Reé y Friederich Nietzsche. Tras coincidir en diversas ocasiones, Salomé, Rée y Nietzsche empezaron una profunda amistad. Al poco tiempo, los dos hombres, fascinados por la inteligencia y personalidad de Salomé, le pidieron la mano. Ella rechazó ambas propuestas, ya que sentía una aversión absoluta hacia el matrimonio y estaba decidida a no casarse y dedicar su vida a la filosofía.

Nietzsche apodó al grupo “la santísima trinidad” y empezaron una vida juntos viajando por Italia, Suiza y Alemania. Esta aventura escandalizó a sus familiares y amigos, que consideraban que una convivencia de ese tipo violaba las leyes morales. Tanto Richard Wagner, antiguo amigo de Nietzsche, como Elisabeth Nietzsche, su hermana, criticaron duramente a “la santísima trinidad”. Sin embargo, el idilio intelectual con Salomé nunca se llegó a consolidar, dadas las interferencias románticas de sus dos compañeros. En octubre, después de llegar a Leipzig, los amigos decidieron separarse. Nietzsche se trasladó a Turingia, lugar al que Salomé lo fue a visitar varias veces y donde mantuvieron largas conversaciones sobre “Dios y el mundo”.

Finalmente, en 1887, se casó con el sabio alemán Andreas, especialista en lenguas iraníes. Y diez años después conoció al poeta Rilke, por entonces casi ignorado. Fue su amante y su aguda inteligencia y vitalidad ejercieron una feroz influencia sobre el checo. Rilke no la olvidó nunca y las cartas que le dirigió- publicadas por primera vez en 1952- no sólo son obras maestras, sino valiosos documentos acerca de su evolución intelectual. En una de ellas, escribió que era una “mujer extraordinaria” sin cuya influencia “todo mi desarrollo no hubiera podido tomar los caminos que me han llevado a muchas cosas”.

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