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La primera mujer que exploró el Nilo

Alexine Tinné fue una aventurera holandesa que comandó una expedición para conocer en detalle al río africano.

Interés General

04/04/2025 - 00:00hs

En la época de las grandes epopeyas marítimas, de los viajes para buscar los límites del mundo, irrumpió una mujer que se propuso remontar el origen del río Nilo. Su nombre era Alexine Tinné, que a mediados del siglo XIX se embarcó en un arriesgado viaje para cumplir su sueño. A pesar de que su historia parezca una anomalía - ya que en el imaginario colectivo no se suele pensar en mujeres exploradoras en África, más allá de las esposas de aquellos como David Livingstone-, las mujeres que se aventuraron en expediciones en el siglo XIX desempeñaron roles diversos, que variaban desde ser esposas o compañeras a colegas colaboradoras, aunque rara vez ocuparon posiciones destacadas.

Lo cierto es que Alexine fue una excepción. Esta mujer intrépida fue reconocida por sus contemporáneos debido a sus múltiples travesías por el Nilo y sus afluentes entre 1860 y 1865, destacándose como una dama victoriana de cuna noble y muy aventurera. Fruto del matrimonio entre el rico comerciante holandés Philip Frederik Tinne y la baronesa Henriette van Capellen, Alexine se educó para tocar el piano, pintar, tomar fotografías con maestría y leer geografía e historia.

Sus expediciones por el Nilo comenzaron en julio de 1860, acompañada de su madre y su tía Adriana. Allí se encontraron con otros viajeros que no se adentraban más allá de los rápidos, conocidos por destrozar embarcaciones. Ellas los cruzaron y continuaron por la orilla con camellos y burros, atravesando el desierto de Nubia, hasta llegar a Jartum (Sudán), gran ciudad centro del mercado de marfil y esclavos. Fueron muy criticadas por transportar con ellas mercancía personal como vestidos, cuadernos, lienzos y hasta muebles; también sirvientes, perros y regalos para agasajar a los pueblos donde se hospedarían. Fueron diez meses de travesía hasta abril de 1861. Su plan era remontar el Nilo Azul para indagar por Etiopía. Pero algunos señalaban como origen del río el Lago Victoria. Las tres mujeres decidieron entonces, en 1862, proseguir hacía Gondókoro (Sudán del Sur), acompañando al cónsul británico en Jartum y su esposa. Pasando por la región de los dinkas, observaron horrorizadas el tráfico de esclavos que se desarrollaba de manera ilegal, que Alexine denunció a través de cartas. Prosiguieron el viaje por ciénagas y paisajes empantanados, escribiendo manuales para los viajeros que se adentrasen en esas tierras, dando noticias de las tribus que vivían en sus márgenes. Llegaron a Gondókoro a pie, ya que el Nilo a esa altura deja de ser navegable. Los traficantes locales, los únicos que conocían las rutas, las impidieron seguir, advirtiendo su presencia como una amenaza para el negocio. Ella reintentó varias veces su expedición, falleciendo su madre en la segunda tentativa y su tía poco después.

Alexine decidió cambiar de rumbo y explorar el desierto en busca de los tuaregs. Partió desde Trípoli en 1868 y tardó algo más de un mes en recorrer los novecientos kilómetros que la separaban de Murzuch, siendo la primera mujer blanca que llegaba a un punto tan lejano del Sáhara. Por ello fue apodada la «sultana blanca». Su muerte es un misterio. Lo que está claro es que ella nunca conoció las enormes repercusiones de sus viajes.

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