cultura
Un libro para seguir pensando Malvinas
Recuperar Malvinas es el libro de Alejo Ramos Padilla que acaba de aparecer y que ayuda a reflexionar sobre una cuestión que nos atañe profundamente como argentinos.
Alejo Ramos Padilla es abogado, doctor en Derechos Humanos, magíster en Derechos Fundamentales y especialista en Administración de Justicia. Desde 2021 se desempeña como juez electoral en nuestra ciudad. Tiene un prestigio cimentado en una sólida formación jurídica y una honestidad profesional que lo ha llevado, más de una vez, a enfrentarse con el poder real que maneja los hilos detrás del trono. Por estos días, la editorial Siglo Veintiuno publicó Recuperar Malvinas. Las disputas por los significados de la guerra y su tardía inclusión en el campo de los derechos humanos, un libro que pone en el centro un tema que forma parte de nuestra identidad nacional, la guerra de Malvinas, que a cuarenta y tres años de ocurrida, sigue siendo una cantera de obligadas reflexiones.
Para Ramos Padilla, Malvinas puso en escena una disputa territorial inevitablemente ligada a lo que a veces se llama ser nacional, sintagma blandido por todos los extremos del arco ideológico. El autor reconoce como lugar de pertenencia de su mirada al nacionalismo democrático, que ha tenido una postura crítica sobre el imperialismo británico y sobre la actuación de las Fuerzas Armadas. Cuenta cuál fue el punto de arranque de esta obra: “Mi investigación sobre Malvinas comenzó en 2010, cuando un grupo de excombatientes me solicitó apoyo legal para lograr la identificación de los soldados caídos enterrados en el cementerio de Darwin… Lo que descubrí fue una disputa entre narrativas, más profunda, en la que la causa Malvinas había sido relegada de los movimientos populares y apropiada por un nacionalismo autoritario que reivindicaba la última dictadura militar”.
Se trata de alguien fogueado en la experiencia de ser abogado del Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas de La Plata, que intervino muy activamente para que se investigaran las torturas sufridas por los soldados durante el conflicto bélico y, en especial, en la tarea de identificar a los caídos enterrados en el cementerio de Darwin.
La cuestión Malvinas se reabre en los medios todos los años, hacia este mes, forzados más por el calendario que por la necesidad de desbrozar un tema irresuelto en nuestro imaginario e instalado atrozmente en nuestra memoria. Para abordar en profundidad su objeto de estudio, Ramos Padilla historiza la cuestión remontándose a las protestas diplomáticas realizadas a pocos días de la invasión británica el 3 de enero de 1833; recuerda la gesta del gaucho Antonio Rivero, que encabezó un alzamiento junto con unos pocos criollos, indios y gauchos armados solo con facones y boleadoras: “Así se enfrentó a los británicos e izó nuevamente la bandera argentina, hasta que el 7 de enero de 1834 dos buques de la armada inglesa volvieron a invadir el territorio”. Pasa revista a otras gestas vindicadoras, como el Operativo Cóndor de 1966, en el que un avión DC4 de Aerolíneas Argentinas, con los colores azul y blanco, fue desviado en su vuelo por dieciocho jóvenes –entre 17 y 31 años- para hacer flamear la bandera argentina durante 36 horas en Malvinas, rebautizando a Puerto Stanley como Puerto Rivero.
Es muy interesante el recuerdo que se hace en el libro del pensamiento sobre Malvinas de José Hernández y Paul Groussac. El primero, destacando la importancia militar y económica de las islas y, el segundo, expresando “de manera sistemática los fundamentos jurídicos, históricos y geográficos que avasallan los derechos argentinos sobre el archipiélago”. No menos valiosa es la puesta en perspectiva de la importancia estratégica que Juan Domingo Perón le dio al proyecto antártico, objetivada en el decreto del 2 de septiembre de 1946: “Mediante el que se dispuso que los mapas debían incluir las islas del Atlántico Sur y la porción del continente blanco que reclamaba nuestro país”.
Sin duda, Alejo Ramos Padilla hace con este libro un aporte insoslayable en un tema incrustado en lo más sensible de nuestra memoria colectiva; demostrando que procura hacer justicia no solo con sus sentencias.