Fueron estas mujeres las que se convirtieron en un faro de la memoria popular.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron las mujeres que cambiaron la historia argentina, con esas rondas de los jueves que dejaron un surco en la conciencia del pueblo. Un día, en plena dictadura cívico-militar, arribaron a la plaza a pedir por la aparición con vida de sus hijos, los militares les apuntaron con las armas, pero recibieron una respuesta que no esperaban. Una lección de dignidad y coraje.
Ese día eran poquísimas madres, las más combativas, quienes habían decidido hablar con un funcionario norteamericano. Entre ellas estaba Hebe de Bonafini. En la plaza había otros organismos de defensa de los derechos humanos, pero al llegar las Madres, la plaza pasó a ser un territorio defendido por ellas, con sus cuerpos doloridos y valientes. Algunos transeúntes querían convencerlas para que renunciaran, asegurando que el general Videla las iba a recibir; no faltaba quien las acusaba de promover una mala imagen del país. Ellas no hicieron caso: se agarraron a un poste de luz y aseguraron con una firmeza indeclinable que permanecerían allí. A pesar de que algunas pensaron que era mejor irse, al menos 20 de ellas decidieron quedarse.
Llegaron los militares y uno ordenó: “Apunten”. El silencio invadió la plaza. Se precipitaba el peor final. Hasta que irrumpió el grito de aquellas mujeres: “¡Fuego!”. El silencio que sobrevino podía tocarse con los dedos. Los periodistas se quedaron con la boca abierta. Los militares, vencidos, bajaron las armas.