Ringuelet fue una fiesta en su 131º aniversario
04/06/2017 - 04:00hs
Gabriel Darrigran interrumpió sus estudios en Derecho para emprender un viaje por España. Allí, recorrió bibliotecas y archivos, en los que encontró datos que desconocía sobre la ciudad. Antes de comenzar a editarlos, decidió adelantarlos en exclusiva a este medio
Hacia abril de 2005, Gabriel Darrigran contaba con 21 años y llevaba una vida tranquila como estudiante de Derecho en la Universidad Nacional de La Plata. Sin embargo decidió que quería una aventura, juntó algunos ahorros y partió hacia España, la patria de su madre. Arribó a Alicante, se mudó a Madrid y se convenció de que la suerte estaba de su lado cuando, a poco de llegar a la capital ibérica, obtuvo un empleo como agente de seguridad privada en el Metro. Pero la crisis europea en 2015 truncó sus planes y tuvo que volver a la ciudad.
Aquí, ya inmerso en la rutina y dispuesto a terminar sus estudios, volvieron insistentemente a su memoria los recuerdos de aquella década. Las recorridas que en sus ratos libres hizo por las bibliotecas españolas y lo que en ellas descubrió de la historia platense le despertaron tanto interés que desde entonces, ya sea a la distancia o viajando una vez al año, intercambia archivos con historiadores europeos.
Gabriel cuenta con un tesoro, que incluye desde una sociedad secreta de estudios filosóficos hasta una universidad masónica en la capital bonaerense (ver aparte). Gran parte de estas riquezas se encuentran en su página de Facebook: Historias de La Plata.
A fines de este año espera comenzar a publicarlo en formato de serie anual.“Será un trabajo inédito por varias razones”, adelantó el joven a diario Hoy, y explicó: “Primero, porque lo que se sabe hasta ahora se basa en compilaciones periodísticas sin rigor histórico; después, porque no se concentrará en los grandes hombres, sino en los vecinos que le dieron contenido a una ciudad sin historia, pero, sobre todo, porque a las fuentes locales se sumarán archivos de España, Francia e Italia”.
Para Darrigran, que hoy se define como experto en archivística y documentación masónica en la Universidad Nacional de Educación a Distancia de España, la indagación en esos documentos alojados a más de 10.000 kilómetros del país, confirmó una certeza: “La Plata se fundó con un 90% de población extrajera y para reconstruir esa historia hay que investigar más allá de la Argentina”.
La capital geométrica
La ciudad “racional, modélica y planificada” que Dardo Rocha fundó el 19 de noviembre de 1882 requería, según documentó Darrigran, “amplios conocimientos en geometría y matemática”.
Abocado a esa tarea, el español Enrique de Santa Olalla, que había recorrido Latinoamérica fundando escuelas, desembarcó en La Plata en 1884. Luego de haber sido recomendado al gobierno argentino por Domingo Faustino Sarmiento, fundó en la ciudad las primeras escuelas gratuitas dominicales. Ese plan se reforzaría tras su ingreso, en 1887, a la logia masónica La Plata nº 80, donde conoció a los ingenieros
Carlos Glade y Pedro Benoit, artífices del trazado de la capital provincial. Junto con ellos, entendió la importancia que tuvieron las matemáticas para el proyecto de ciudad y, desde entonces, se dedicó a la fundación obsesiva de escuelas gratuitas de geometría, donde la clase obrera platense se instruyó en distintas disciplinas matemáticas.
De aquellas instituciones, una de las más concurridas fue la que funcionó en el Centro Republicano Español (actual Club Español de diagonal 79), levantado por Santa Olalla en los albores del siglo XX.
Una universidad masónica
Con la promulgación en 1884 de la Ley 1.420 de educación común, laica, gratuita y obligatoria, en la naciente capital bonaerense tomaron gran impulso los proyectos pedagógicos. Pero el más relevante, destacó Darrigran, fue el que en 1889 propusieron en la Legislatura provincial los masones Valentín Fernández Blanco, Marcelino O. Aravena, Emilio J. Carranza y Rafael Hernández (impulsor de la futura Universidad Nacional de La Plata): la creación de una universidad bonaerense. Finalmente, el proyecto aprobó la creación de la Universidad Provincial de La Plata, aunque su instalación oficial no ocurrió sino hasta fines del siglo XIX, ya que las obras sufrieron las consecuencias de la crisis argentina de 1890.
Suspendido este plan, algunos masones buscaron suplir con otra institución la falta de educación superior y especial. La llamaron Gran Logia Bonaerense y la emplazaron en 14 y 54, donde funcionó entre 1891 y 1900. Su primer rector fue el juez platense Dámaso E. Uriburu, primo del entonces vicepresidente y posteriormente presidente de la Nación, José Evaristo Uriburu.
Desde la enseñanza de los ideales masónicos de “libertad, igualdad y fraternidad”, hasta de la historia y la física, la institución ocupó en esos años el vacío académico que en 1905 llenaría la UNLP.
Entre remedios y secretos
Como botón de muestra del cosmopolitismo fundacional de la ciudad, Darrigran rescató la historia del Dr. francés Hipólito Girgois, propietario de la Botica del Indio, la primera farmacia platense que hacia fines del siglo XIX se emplazó en 1, entre 34 y 35.
Girgois había llegado a La Plata en 1883, luego de haber recorrido varias localidades bonaerenses aportando su ayuda sanitaria como integrante del Ejército durante la llamada Conquista del Desierto.
También aquí, el farmacéutico fundó unas cinco sociedades de metafísica y filosofía. “Se decía que era más secreta que la de los masones”, precisó Darrigran sobre esos encuentros nocturnos a los que los participantes asistían cubiertos con antifaces.
Platenses juzgados por el franquismo
En los archivos españoles, Darrigran halló una acabada memoria del pasado: desde la Edad Media, a la actualidad. Entre las innumerables líneas de la historia, una capturó particularmente su atención: el número indeterminado de vecinos platenses juzgados y condenados “en ausencia” en España por el Franquismo, el régimen con el que el dictador Francisco Franco sembró el terror desde 1936 hasta su muerte, en 1975.
Acusados por los delitos de “comunismo, republicanismo y masonería”, se les decomisó la correspondencia, sus actividades en España y en América fueron perseguidas, analizadas y archivadas, tanto que en la actualidad forman parte del patrimonio documental de la Guerra Civil Española.