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Troiano Troiani, el escultor que embelleció las ciudades

Su obra El Arquero, realizada en 1924, fue adquirida por la Municipalidad de La Plata en 1970. Sus principales intervenciones y la importancia de un artista que aún vive en los rincones urbanos.

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09/02/2025 - 00:00hs

Nació en Italia en 1885 y se radicó en Argentina en 1914. Llegó a Buenos Aires gracias al sistema de becas implementado por el Gobierno nacional para que artistas europeos vinieran al país y con su trabajo contribuyeran al embellecimiento de la ciudad de Buenos Aires.

Troiano Troiani nació en Údine (Italia) y fue un escultor figurativo de formación no académica que conjugó en sus obras tanto elementos clásicos como modernos por su modelado y su estilo depurado.

Entre sus intervenciones más vistas se encuentran los numerosos faroles de la plaza de los Dos Congresos. Estas piezas de hierro forjado fueron fundidas bajo su dirección en la región de Champagne, en Francia. Asimismo, llevó adelante una serie de esculturas para la Bolsa de Comercio.

Además, realizó numerosos bajorrelieves, placas funerarias, medallas, retratos y estatuas que adornan parques, instituciones, edificios públicos y necrópolis en la Argentina.

Su obra El Arquero, realizada en 1924, fue adquirida por la Municipalidad de La Plata en 1970 y colocada en la Plaza Moreno, cerca de la esquina de 14 y 54. Fue inspirada en el Hércules arquero, de Bourdelle, que a la vez retoma el tema similar del frontón del templo de Afaia en Engina.

Al año de su inauguración, alguien lo despojó del arma y de su proyectil y así permaneció hasta 2021, cuando le repusieron tan solo el arco. También existe una copia de este arquero en el barrio de la Recoleta en la Ciudad de Buenos Aires.

A Troiani lo obsesionaba el Hércules arquero del francés Émile Antoine Bourdelle, alumno dilecto del padre de la escultura moderna Auguste Rodin. Una combinación suprema entre la Grecia mitológica y la Belle Époque previa a la Primera Guerra Mundial.

Vale destacar que el gran artista falleció en 1963 en Buenos Aires, por lo que jamás pudo ver el destino final de su trabajo en el corazón de la ciudad.

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