cultura

Un militar argentino que admiraba a los indios

Lucio V. Mansilla además de general era escritor, y su libro Una excursión a los indios ranqueles es el reconocimiento del profundo aprendizaje que le dejaron los aborígenes.

Interés General

30/09/2022 - 00:00hs

Lucio V. Mansilla, nacido en Buenos Aires el 23 de diciembre de 1831, fue uno de los escritores más prolíficos y pintorescos de la historia argentina. Se decía que era un dandy efectista, con una envidiable capacidad de persuasión, fruto de haberse desenvuelto durante mu­chos años en las cortes y salones aristocráticos europeos. Por eso, sus angustias y pasiones imaginarias no fueron más que ardides de su talento. Su carrera periodística se inició en 1857 en el periódico El Chaco, para pasar luego a El Nacional Argentino. Desde entonces, nunca dejaría de escribir.

Cuenta el historiador Felipe Pigna que la vida pública de Mansilla comienza con un curioso episodio. Cuando tenía 25 años, ante unos 2.000 espectadores, en el Teatro Argentino, retó a duelo al escritor y senador José Mármol, que había ofendido injustamente a su padre, el general Lucio Norberto Mansilla. Pero el autor de Amalia se valió de sus poderosas influencias y lo hizo encarcelar. Un año más tarde se trasladó a Paraná, capital de la Confederación, y, lejos de resignar su destino, se integró a la Cámara de Diputados y comenzó a editar el diario La Paz, que duró hasta 1860.

Pero además de escritor, Lucio V. Mansilla hizo la carrera militar. El 17 de septiembre de 1861 participó en la batalla de Pavón, lo que le valió la designación como capitán de línea y su incorporación como capitán de guerra al ejército de línea en Rojas, donde participó de la Guerra del Paraguay. Durante esa contienda que algunos historiadores llamaron “la guerra de la triple infamia”, Mansilla colaboró en La Tribuna con frecuentes críticas a la conducción de la campaña, y en 1869 fue ascendido a coronel. De su actividad militar dieron cuenta libros como Bases para la organización del ejército argentino y Reglamento para el ejercicio y maniobras de la infantería del ejército argentino.

En 1870, al regreso de su viaje por las tierras de los ranqueles, fue destituido de su cargo. Sin em­bargo, decidió publicar en el diario La Tribuna, en entregas, Una excursión a los indios ranqueles, que, a finales de ese año, aparecería como libro. “Si me hubieran dicho que los indios me iban a enseñar a conocer la humanidad, una carcajada homérica habría sido mi contestación. Como Gulliver en su viaje a Liliput, yo he visto al mundo tal cual es en mi viaje a los ranqueles”, escribió allí Mansilla.

Escribir según dicte la conciencia

En un reportaje publicado en el vespertino El Diario, bajo el título “El general Mansilla en su casa”, realizado luego de que el militar escritor difundiera una carta contra el presidente Roca y fuera arrestado por desacato, se dijo que “había buscado su arresto con el objeto de asegurarse del número de sus amigos”. Mansilla aprovechó la entrevista para remarcar su postura ante la prensa: “Cada uno escribe según su conciencia, según el partido y los intereses que defienda, según la pasión del momento, pero, sea lo que fuere, la prensa que aprobó el procedimiento draconiano del presidente (Roca) ha errado a fondo en esta cuestión”. En junio de ese mismo año, el Partido Autonomista lo condujo nuevamente a la Cámara de Diputados.

Los periódicos de la época afirmaban que el general tenía una personalidad interesante bajo más de un concepto, al punto tal que conversar con él no podría dejar de ser sumamente agradable y atrayente. Durante muchos años vivió en una casa de la calle del Pilar, en Buenos Aires; los periodistas se regodeaban al visitar un salón amueblado con elegancia y sencillez al mismo tiempo, y lleno de objetos de arte y bibelots “que solo las personas instruidas” sabían elegir. Mansilla murió en París el 8 de octubre de 1913, ciudad en la que residía desde 1904.

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