Liza Minnelli, siguió las huellas de su madre -Judy Garland-, e hizo su propio camino de actriz, cantante y bailarina hasta convertirse en un ícono de la cultura norteamericana
A mediados de los años sesenta, era una veinteañera enfundada en gastados blue-jeans que por las madrugadas se paseaba desprejuiciada entre las mesas del Harold, un misérrimo restaurante neoyorquino ubicado en las cercanías de Broadway. Se acercaba al mostrador y pedía un sandwiche de queseo, que podía comprarse gracias a las monedas ganadas, unas horas antes, como cantante en algún bar. Apenas unos años después, se convertiría en una de las figuras más rutilantes de la historia del music-hall.
Liza Minnelli nació el 12 de marzo de 1946 en Hollywood, hija de la gran cantante Judy Garland y el realizador cinematográfico Vincent Minnelli . Cuando tenía cinco años, sus padres se separaron en términos amistosos, pero para Judy fue dar un paso adelante en un precipicio: la Metro Goldwyn Mayer rescindió su contrato, acusándola de falta de disciplina profesional y reiterados desplantes. Comenzó un agitado peregrinar a lo largo del país, convirtiéndose madre e hija en una suerte de gitanas. Fueron tiempos difíciles. Cuando un periodista quería hacerle una entrevista a Judy Garland, pedía la casa prestada a alguna amiga, colgaba fotos familiares en la pared del living y trataba de llegar antes que el periodista. Más de una vez, madre e hija huían de los hoteles, con nocturnidad y alevosía, ante la imposibilidad de pagar el alojamientos. Judy Garland tuvo varios intentos de suicidio. Liza solía reemplazar por azúcar el contenido de las cápsulas para dormir que la madre ingería abusivamente.
El debut teatral de Liza Minnelli fue a los 17 años en Nueva York, en el circuito off Broadway, con la comedia musical Best foot forward: un modesto papel que le redituó 34 dólares semanales. El día del estreno, Liza buscó a su madre en la platea infructuosamente. Al no encontrarla, la disculpó: “Seguramente no vino al estreno porque temió robarme la atención del público”. Luego de algunos papeles menores, el director Alan Pakula le ofreció el protagónico de “ Los años verdes”. Dijo el realizador: “Nunca he visto una actriz que extraiga tanta alegría de su trabajo; es realmente contagioso.
Paralelamente, siempre alimentó su vocación de cantante. A los 23 años fue nominada al Oscar por su actuación en “El cuco estéril”, pero su consagración llegaría tres años después, con “Cabaret”, película con la que ganaría la codiciada estatuilla a la mejor actriz. La película es una comedia musical ambientada en Alemania de los años 30, basada en la novela “Adiós a Berlín”, de Cristopher Isherwood. Liza Minnelli encarna el papel de Sally Bowles, una cantante en un night club de los bajos fondos, con audaz escote hasta el ombligo y sofisticadas uñas pintadas de verde, que canta con movimientos avasalladores.
A partir del Oscar, se la disputaban los principales clubes nocturnos de Las Vegas, ostentaba ostenta un guardarropa exclusivo diseñado por los modistos más cotizados y vivía en una de las más lujosas mansiones de Beverly Hills. Fueron muchos los que vieron en ella, la encarnación rediviva de su madre, Judy Garland. Ella nunca lo desmintió: "Heredé de ella su pasión y su talento, y esa enorme valentía que ponía de manifiesto en las situaciones más difíciles”.
Uno de los momentos culminantes de su carrera, fue compartir con Robert de Niro los papeles principales de “New York, New York”, bajo la dirección de Martin Scorsese; pero su sueño era interpretar a Juana de Arco y a Zelda Fitsgerald –la mujer del autor de “El Gran Gatsby-. No pudo cumplir ninguno de los dos proyectos. Pero a sus 78 años de vida, cuando mira hacia atrás, ve los fantasmas de una gloria que sigue allí, entre los cráteres de un planeta arrasado.