Una intensa semana de reuniones no logró bajar la tensión entre Rusia y países occidentales

Las divergencias geopolíticas quedaron plasmadas en los últimos días, durante los tres encuentros celebrados entre las partes en Europa. Acusaciones cruzadas y preocupación.

Internacional

16/01/2022 - 00:00hs

La maratón diplomática pretendía rebajar las tensiones desatadas a fines de 2021 cuando Rusia comenzó a apostar decenas de miles de tropas en su frontera con Ucrania, lo que motivó llamados de Estados Unidos y la OTAN a retirarlas por temor a una invasión rusa a ese país europeo.

Sin embargo, el Kremlin negó rotundamente esas intenciones y acusó a la alianza militar de desarrollar actividades hostiles cerca de su territorio, a la vez que reclamó garantías para que no siga expandiéndose hacia sus fronteras.

Rusia rechaza cualquier nueva adhesión de los países del antiguo bloque soviético, especialmente Ucrania, al argumentar que la dejaría rodeada de enemigos y abriría la puerta a que la OTAN despliegue misiles que podrían llegar a Moscú en cuestión de minutos.

Todo comenzó el lunes en Ginebra, en un encuentro de vicecancilleres de Estados Unidos y Rusia, acordado previamente entre los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden, que no logró reducir la brecha entre las demandas de uno y otro lado, aunque dejó la puerta abierta a un diálogo futuro.

Moscú afirmó que no planea invadir Ucrania y Washington exhibió “acciones recíprocas que redundarían en los intereses de seguridad”, en las dos ideas centrales que podrían resumir las conversaciones.

El cónclave permitió a los interesados discutir cara a cara las preocupaciones rusas sobre la seguridad en la zona de frontera, pero no parece haber abierto caminos concretos para desactivar la crisis en Ucrania.

La tensión volvió a dispararse horas más tarde, cuando el vicecanciller ruso dijo en declaraciones televisadas que “no confirmaría ni excluiría” la posibilidad de que Rusia pueda enviar elementos militares a Cuba y Venezuela si las conversaciones fracasan y aumenta la presión de Estados Unidos sobre Rusia.

Un gesto que parece responder a la propuesta presentada en la víspera por senadores demócratas al Congreso estadounidense de imponer sanciones “paralizantes” a una docena de grandes bancos de Rusia y altos cargos del gobierno, incluido Putin, en caso de una escalada de la situación en torno a Ucrania.

Un día más tarde, Kiev denunció un ciberataque masivo a sus sitios gubernamentales que no fue reivindicado aún, pero tanto el gobierno ucraniano como sus aliados occidentales temen que pueda ser el prólogo de una acción militar rusa.

En consecuencia, la OTAN anunció que firmará un acuerdo de cooperación cibernética con Ucrania para reforzar sus defensas, mientras que la Unión Europea (UE) advirtió a Moscú sobre una respuesta robusta si la situación empeora.

Ucrania está en pie de guerra con Moscú desde 2014, cuando una revuelta popular –apoyada por Washington y Europa– derrocó al entonces presidente afín al Kremlin y, ante la asunción de un gobierno cercano a Bruselas, Rusia respondió invadiendo y anexando la península de Crimea.

Mientras Estados Unidos y la UE reaccionaban imponiendo sanciones a Moscú, grupos armados de separatistas pro-Rusia tomaron los gobiernos de dos provincias orientales de Ucrania, fronterizas con el país euroasiático, y pidieron ser anexadas.

Putin rechazó una nueva anexión, pero ­siempre apoyó políticamente a estas milicias y, según Washington y Europa, les transfirió armas y dinero para mantener vivo hasta el día de hoy ese conflicto.

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