EN FOCO

El soberano hizo tronar el escarmiento

"Cuando los pueblos agotan su paciencia, hacen tronar el escarmiento”. Esta frase, pronunciada hace más de 32 años por Juan Domingo Perón, calza a la perfección para describir lo ocurrido ayer en la Argentina donde un aluvión de votos puso fin a la mal llamada década ganada. Fue un fenomenal cachetazo electoral, una contundente respuesta del pueblo a todo lo que significa el régimen kirchnerista con su soberbia, autoritarismo y falta de escrúpulos.

Mauricio Macri será el próximo presidente. Fue votado por ricos y pobres, gente de clase media; jóvenes y jubilados; productores rurales y empresarios pyme; profesionales y trabajadores. La necesidad de cambio atravesó diferentes clases sociales, a lo largo y ancho del país. Casi 13 millones de argentinos tuvieron en la figura del jefe de gobierno porteño un canal para expresar, en las urnas, el hartazgo generalizado contra un gobierno que deja un país sumido en una profunda crisis, con 12 millones de compatriotas viviendo en la marginalidad, economías regionales en la quiebra y uno de los índices de inflación más elevados del planeta.

Desde lo formal, aparece que Macri le ganó a Daniel Scioli en el primer balotaje presidencial de la historia de nuestro país. Pero, tal como lo anticipamos el sábado pasado en la edición de Hoy, el gobernador bonaerense no fue el principal derrotado. El soberano votó, principalmente, contra Cristina Kirchner y contra su grupo de aplaudidores rentados que forman parte de La Cámpora. No olvidemos que fue la presidenta saliente la que armó, a dedo, las listas que compitieron en octubre, como así también la fórmula presidencial, ubicando como candidato a vice a Carlos Zannini, uno de los principales exponentes del kirchnerismo de paladar negro, que hizo la función de un verdadero yunque electoral para el ex motonauta.  El soberano también votó contra personajes nefastos como Amado Boudou, Hebe de Bonafini y Ricardo Echegaray, que en esta nueva etapa deberían comenzar a desfilar por los tribunales por los graves casos de corrupción en los que se encuentran involucrados.

La realidad indica que el candidato presidencial del Frente para la Victoria perdió su posibilidad de ser presidente el 25 de octubre pasado, cuando María Eugenía Vidal se impuso claramente a Aníbal “La Morsa” Fernández en la disputa por la gobernación bonaerense. Ese resultado motivó, además, que se registrara un cambio de color político en cerca de 80 municipios bonaerenses. En ese sentido, la candidatura de La Morsa también fue pura y exclusiva responsabilidad de CFK, quien fue su principal madrina política. El soberano bonaerense le dio una lección de civismo a Cristina y evitó que un personaje vinculado con el tráfico de la efedrina termine manejando los hilos de la principal provincia del país.

El principal error de Scioli fue haberse kirchnerizado al extremo. Luego de una carrera política de 20 años, donde buscó posicionarse como un referente del diálogo y del consenso, el mandatario bonaerense predicó todo lo contrario en los últimos meses. Y echó por la borda gran parte de su capital político. Aceptó mansamente que le armaran las listas, tuvo que salir a defender lo indefendible y se sumó a una inédita campaña sucia para generar miedo en la población que terminó en un fracaso rotundo.

Ni siquiera anoche, tras reconocer la derrota, Scioli cambió el libreto de la campaña. Repitió muchas falsedades sobre el país que deja el kirchnerismo, que sólo tienen lugar en algunas de las mentes afiebradas que pululan en el gobierno nacional. Habló sobre un país desendeudado, industrializado y sin desempleo. Si todo esto fuera cierto, ¿por qué más de la mitad de los argentinos le dieron la espalda? Más que un análisis político, haría falta que intervenga un psiquiatra. Scioli decidió jubilarse, llevándose el libreto K debajo del brazo. Terminó rindiéndole pleitesía a una presidenta que ni siquiera tuvo la dignidad de mostrarse públicamente para asumir la derrota.

Quizás, como consuelo, el gobernador bonaerense pueda encontrar que no sólo él tendrá un retiro anticipado de la política. Lo mismo le espera a la propia Cristina Kirchner, a los dirigentes de La Cámpora y a los funcionarios aplaudidores, que tendrán un lugar marginal en la nueva etapa porque el cambio también atravesará al peronismo, donde seguramente surgirán nuevos liderazgos.  Ahora le espera a Macri una titánica tarea. Necesitará construir importantes consensos, que trasciendan los límites partidarios, y que apunten a la verdadera defensa de los intereses nacionales. El nuevo presidente no podrá sólo, necesitará contar con planes estratégicos que sean respaldados por todos los sectores políticos y sociales que no fueron parte del saqueo y de la corrupción del gobierno kirchnerista. En definitiva, como decía Perón, al país “lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie”.

El nuevo gabinete

De acá al 10 de diciembre, Mauricio Macri deberá terminar de definir los nombres que se integrarán a su gabinete, donde deberán estar representados las distintas fuerzas que integraron Cambiemos. Hasta ahora, se sabe que el jefe de gabinete será Marcos Peña, actual secretario de Gobierno porteño. Peña es el ideólogo de la estrategia política y de comunicación de Macri y uno de sus más cercanos colaboradores.

En  tanto, el jefe del radicalismo, Ernesto Sanz, podría ser ministro de Justicia o ministro del Interior. Además, entre los hombres del sector privado que Macri quiere sumar a su gabinete, encabeza las preferencias el CEO de LAN Argentina, Gustavo Lopetegui. El fundador de la cadena EKI es un macrista convencido a quien se menciona para distintos lugares. Desde YPF hasta una suerte de vicejefatura de Gabinete “técnica” que tendría injerencia en temas económicos y de gestión.

Para el Ministerio de Economía es casi un hecho que será ocupado por el actual presidente del Banco Ciudad, Rogelio Frigerio. Sobre todo desde que Macri fijo dos pautas: Dijo que iba a ser “desarrollista” y que tenía que ser una persona que supiera manejar su “ego”. En tanto, para la presidencial del Banco Central, podría ser propuesto Alfonso Prat Gay.

En el Ministerio de Defensa el elegido sería el diputado radical Julio Martínez, a quien de paso apostarían a darle visibilidad para potenciar sus chances de ganar en el futuro la gobernación de La Rioja. En Turismo está confirmado el actual ministro porteño Hernán Lombardi, que ya ocupó esa cartera en el gobierno de Fernando de la Rúa y en Educación es número puesto Esteban Bullrich. También se habla de Francisco Cabrera para Industria, así como a Guillermo Montenegro para Seguridad y Guillermo Dietrich para Transporte