La industria naval destruida y al borde del colapso

La Marina Mercante, en el fondo del mar

Lejos del esplendor que alguna vez supo tener la producción naval en el país, el kirchnerismo dejó una industria destruida y al borde del colapso. Obras sin hacer, subejecución presupuestaria, maquinarias inutilizables, edificios venidos a menos y miles de millones despilfarrados, algunas de las herencias K en la materia

En nuestro gobierno impulsamos la recuperación de la Bandera nacional en las naves”, afirmó Cristina Kirchner poco antes de irse del poder, dando por hecho un empuje que la industria naval no pudo ni supo tener durante la década pasada. Los datos fríos de la realidad marcan un fuerte retroceso que ha llevado a que solo el 3% de los buques que navegan por aguas argentinas sean de origen nacional.

Resulta paradójico que la flota mercante local, que supo ser líder y pionera en América Latina, se encuentre por estas horas en terapia intensiva y con pronóstico más que reservado. Hoy, nada más que el 2% de la carga se transporta por río en nuestro país, muy lejos de lo alcanzado en los años 50, cuando trasladaba el 20% del comercio exterior nacional y la capacidad argentina representaba el 1% de la carga mundial.

Una de las causas centrales que aduce el empresariado para semejante declive tiene que ver con la falta de impulso, por parte del gobierno kirchnerista, de políticas activas que tendieran a la restauración de la industria naval, lo que llevó a que durante más de un lustro el país perdiera ingresos por más de 5.000 millones para el pago de fletes a raíz de no contar con una flota fluvial para transportar su producción.

A esta situación hay que sumarle que desde la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables, que conducía Horacio Tettamanti, hubo una notable subejecución presupuestaria que contribuyó al deterioro. Solo en 2015, de los 900 millones de pesos destinados al área, se ejecutaron para modernización portuaria y navales nada más que cinco millones de pesos, es decir, el 0,5% del total del dinero presupuestado.

Lo mismo sucedió con obras millonarias que fueron lanzadas por el anterior gobierno sin que las mismas siquiera se iniciaran y con fondos que fueron a parar a la campaña política del Frente para la Victoria. 

La imagen en las costas de nuestro país hoy es deplorable: muelles abandonados, embarcaciones derruidas, galpones o astilleros vacíos, y edificios oficiales sin ningún tipo de mantenimiento que se vienen abajo. 

En franco retroceso

La herencia dejada fue tan dramática, que la nueva administración se encontró con que de las 115 dragas que maneja el Estado, únicamente una estaba en condiciones de funcionar, y con un material en la Isla Demarchi venido a menos, con imposibilidades de poder acondicionarlo para poder trabajar.

El senador nacional Fernando “Pino” Solanas, impulsor en la Cámara alta de un proyecto de Desarrollo de la Marina Mercante Nacional y la integración fluvial regional, le dijo a diario Hoy: “Esta situación que vive el país se debe a más de una década en la que se despilfarraron los recursos del Estado y se dio el puntapié final para la destrucción de una industria que supo ser ejemplo en nuestro país”.

El legislador, un ferviente promotor del desarrollo nacional, señaló que “durante años, desde el gobierno kirchnerista, se robaron todo, dejaron una producción paralizada, al borde del abismo, y se dedicaron a sostener un relato que se descascaró ante la primera evidencia seria de su inacción para con el progreso de la Marina Mercante”.

“Hoy, la industria naval en Paraguay es rentable, y lo hicieron cuidando el negocio y cobrando impuestos. Acá en la Argentina, con las luminarias de dirigentes políticos que hemos tenido en las últimas décadas, hemos fundido al empresario, nos quedamos sin fuentes de trabajo, y el Estado no puede cobrar impuestos porque no hay barcos, entonces fundimos el negocio”, remarcó Solanas.

Retrato de una Argentina en franco declive, con una industria que el kirchnerismo en vez de reanimar terminó de hundir, y que costará mucho esfuerzo y cientos de miles de dólares levantar para que vuelva a tener el brillo y el resplandor que la supo destacar en el mundo.

Números de un legado funesto

-93% del flete se hace por tierra a través de camiones

-35% es lo que el Estado le cobra como impuesto a las ganancias a la industria naval

-3%  de los buques que navegan por aguas argentinas son de bandera nacional

-35 veces menos cuesta transportar una carga por río que hacerlo por tierra

-5.000 millones de dólares al año pierde el país en fletes por no tener una flota fluvial 

-0,5% del presupuesto para obras de modernización portuaria ejecutaron los K en 2015

-2% de la carga se transporta por río en la Argentina

-1 sola draga de 115 dejó en funcionamiento el kirchnerismo al irse del poder

Por una empresa de bandera nacional

Creada en 1941, la Flota Mercante del Estado argentino supo cobijar en su interior a la firma Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA), un emblema de la industria nacional que fue ejemplo en la región, adoptado como modelo a seguir por otros países latinoamericanos.

El paso del tiempo fue desalentador y hoy exhibe un presente devastado, con la necesidad urgente de esbozar un plan a mediano y largo plazo para refundar esta industria, la cual dio múltiples satisfacciones a los argentinos.

Julio González Insfrán, secretario general del Centro de Patrones y Oficiales Fluviales de Pesca y Cabotaje Marítimo, le dijo a diario Hoy que “es imprescindible que la Argentina como país se plantee qué industria naval quiere a futuro. Debe volverse al esquema aggiornado de una empresa como ELMA, que sirva para desarrollar la producción naviera en nuestro suelo y que sea actor clave en el desarrollo nacional”.

Para el dirigente gremial, “en 1972, ELMA fabricaba buques cargueros en España. La Marina Mercante contaba con 182 buques y una capacidad de transporte de más de 1.700.000 toneladas. La culpa de la desazón viene desde la época de Martínez de Hoz y la han tenido los dirigentes que pusieron en marcha ideologías foráneas a los intereses nacionales, lo que nos ha hecho llegar a una situación límite que obliga a pensar en una empresa nacional con aporte privado, que sirva para levantar la industria naval”.

Los expertos señalan que las oportunidades que se le abren a la Argentina de cara al futuro cercano son inmensas. Solo falta que desde los lugares de poder sepan aprovechar  las características únicas que tiene nuestro suelo por su preponderante geografía, su carácter fluvial y marítimo, y transformarla de esa manera en una fuente de trabajo y prosperidad para la sociedad.

En busca de una ley que mire al futuro

La necesidad de una ley que apoye la industria naval en nuestro país comenzó a discutirse en el Congreso Nacional. La Cámara de Senadores avanza por estas horas en la discusión de una iniciativa de desarrollo de la Marina Mercante nacional y la integración fluvial regional.

El proyecto, apoyado por legisladores de todas las bancadas, cuenta con el aval del propio Gobierno nacional. Tiene entre sus principales propuestas la concreción de un programa que lleve a invertir durante los próximos cinco años 5.000 millones de dólares para consolidar la producción naval en el ámbito regional.

Los principales objetivos del proyecto de ley son el desarrollo de la Marina Mercante de bandera argentina, aumentar y consolidar la participación de la flota argentina en los fletes de cabotaje nacional, generar puestos de trabajo asegurando el empleo de tripulaciones argentinas, así como también fomentar la incorporación de buques de fabricación nacional.

Un declive que se acentúa

Para muestra basta un botón, dice uno de los principales dichos populares. Esto nunca fue más claro que en el tema de la Marina Mercante de nuestro país. La situación argentina es tan mala que las naves de bandera nacional no llegan siquiera a sumar cinco decenas, cuando por ejemplo Paraguay cuenta con una flota fluvial de 2.600 barcazas y 200 remolcadores, lo que la convierte en la tercera mayor flota fluvial del mundo después de las de EE. UU. y China.

Incluso un país como Bolivia, con un histórico reclamo respecto a su salida al mar, ha superado en cantidad de buques mercantes a la Argentina, teniendo más de 100 en estos momentos, y siendo el segundo país con más navíos que se mueven por aguas nacionales.

Esta situación puede explicarse claramente por la fuerte presión impositiva que hay en nuestro país, ya que mientras los armadores navales en suelo argentino deben pagar un 47% en concepto de cargas sociales por las tripulaciones, en Paraguay pagan solo un 26%.

Lo mismo sucede con otros gravámenes como el impuesto a las ganancias y el IVA, que aquí se pagan el 35% y el 21% respectivamente, cuando en tierra guaraní se paga solo el 10% entre ambos. Estos datos sirven para evidenciar el retroceso de la producción nacional y por qué las inversiones fueron a otros países, eludiendo a la Argentina por años.

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