Lozano reclamó no más "ninguneo" ni "dilaciones" en causa Cromañón
El presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, reclamó hoy a los jueces no más "ninguneo" ni "dilaciones" en la causa por la tragedia de Cromañón y criticó a quienes pretenden "diluir el dolor" de los familiares de los jóvenes que perdieron la vida.
Lozano apeló a los versos de María Elena Walsh en su canción "Señora de ojos vendados" y exigió: "Ilumina al juez dormido/ apacigua toda guerra/ y hazte reina para siempre/ de nuestra tierra. /Señora de ojos vendados, /con la espada y la balanza/ a los justos humillados/ no les robes la esperanza./ Dales la razón y llora/ porque ya es hora".
El prelado presidió hoy una misa en la catedral metropolitana, colmada de familiares de las víctimas, en memoria de los fallecidos en el incendio del 30 de diciembre de 2004 en el local del barrio porteño de Once.
"Hoy nos encontramos en este templo, al que muchos de ustedes vienen mes a mes, año tras año. Nos mueve el cariño y el amor a quienes murieron de manera incomprensible, absurda, violenta hace ocho años", subrayó.
Tras asegurar que "en la marcha de estos años hubo y habrá obstáculos de afuera y tentaciones de adentro", Lozano enfatizó: "Ustedes saben a qué me refiero".
"De afuera está el ninguneo, las dilaciones, las incomprensiones de la sociedad consumista y egoísta, la mirada fría de algunos observadores y opinólogos, los agoreros del fracaso o los que pretenden diluir el dolor en explicaciones reduccionistas", aseveró.
"A la par, una justicia que va llegando con sus tiempos y sus respuestas", agregó. El obispo reconoció, además, que "desde dentro del corazón también experimentamos la tentación de la fatiga, del escepticismo del 'nada va a cambiar', o del 'no podemos remar contra la corriente', la decepción, la postración", sostuvo.
"Somos débiles y frágiles, aun cuando a la hora de luchar sacamos fuerzas de lugares interiores desconocidos", destacó al alentar a los familiares a no perder la esperanza.
Lozano, quien en 2004 era obispo auxiliar porteño y acompañó espiritualmente a los familiares de los fallecidos, bendijo luego una placa que fue colocada junto a la imagen de la Virgen de La Piedad, para recordar a los fallecidos, con la leyenda: "Que todos los padres doloridos por los sufrimientos de sus hijos al contemplar a la Madre de Jesús encuentren consuelo y fortaleza".
Inmediatamente después de la tragedia, las iglesias fueron las primeras en reaccionar en forma institucional frente a quienes exigían respuestas y buscaban consuelo.