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El arzobispo de Buenos Aires criticó la “febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina” y se amparó en la Constitución Nacional.
29/12/2020 - 00:00hs
Ayer, durante la misa por el Día de los Santos Inocentes, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, cuestionó la “febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina, como si tuviera algo que ver con los padecimientos, los temores y las preocupaciones de la mayor parte de los argentinos”.
Hoy se tratará en el Senado la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que ya fue aprobada en Diputados, pero ayer monseñor Poli expresó que la festividad de los Santos Inocentes “coincide con las vísperas del día en que el Honorable Senado de la Nación debatirá el proyecto de ley que pretende legalizar la muerte de los niños y niñas inocentes”.
“La gran prueba de la pandemia que padece toda la familia humana, y que en la Argentina tiene todavía consecuencias muy dolorosas, nos hace pensar en la dignidad de cada vida, nos recuerda cuánto vale un ser humano. El Papa Francisco quiso insistirnos en este punto en su última encíclica”, dijo Poli.
El primado de la Argentina aseguró que “para quienes esperan empezar un año mejor, esta agenda legislativa no les trae esperanzas”, ya que afirmó que “hay tantas cuestiones sanitarias y sociales a resolver, que requieren toda nuestra atención, desde los problemas que enfrentan los servicios hospitalarios hasta la cantidad de personas muy enfermas que este año no han recibido adecuada atención médica, pasando por las mujeres que sufren violencia o no tienen un trabajo digno”.
“Lo que se les ofrece en este momento duro e incierto es el aborto, y eso es un golpe a la esperanza. Estamos convencidos de que una mujer vulnerable que está esperando no necesita un aborto, sino que la ayudemos, que encuentre brazos y manos abiertos y solidarios”, continuó.
Luego Poli apeló a la carta magna: “Nuestra sabia Constitución Nacional, orgullo de los argentinos, deja bien señalado que al Congreso, lejos de ocuparse en legalizar el derecho a matar o interrumpir la gestación de un ser humano –que para el caso es igual de cruel y abominable–, le corresponde dictar un régimen de seguridad social especial e integral en protección del niño en situación de desamparo, desde el embarazo hasta la finalización del período de enseñanza elemental, y de la madre durante el embarazo y el tiempo de lactancia”.
La posición de la Conferencia Episcopal
El sábado último, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) había expresado ya su “dolor” ante el inminente tratamiento en el Senado del proyecto de legalización del aborto, en el marco de una misa celebrada por la comisión ejecutiva del organismo en el santuario de Luján, en la que además se advirtió sobre las “gravísimas inequidades e ineficiencias estructurales” que dejó al descubierto la pandemia de coronavirus.
“En medio de este contexto excepcional, no podemos ocultar nuestro dolor ante la inminente sesión para tratar el proyecto de ley del aborto”, había expresado allí el presidente del Episcopado, el obispo de San Isidro, monseñor Oscar Ojea, durante la homilía de la celebración.
Días antes, el lunes pasado, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) también había cuestionado, en un mensaje navideño, la “febril obsesión por instaurar el aborto en la Argentina”, mientras hay “miles de cuestiones sanitarias y sociales a resolver”, y sostuvo que el país necesita “una ardua reconstrucción: de las fuentes de trabajo, de la educación, de las instituciones y de los lazos fraternos”.
Así lo había expresado en un mensaje de dos carillas titulado “¿Por qué no renovar la esperanza?”, con la firma del monseñor Oscar Ojea, quien encabeza la comisión permanente de la CEA.