Así lo afirmó la Asociación Anahí en un comunicado sobre la muerte del represor Miguel Etchecolatz. Destacó que “Chicha” Mariani fue fundamental para que fuera condenado como genocida y que se logró que permaneciera en prisión a pesar de los intentos por darle la domiciliaria.
La Asociación Anahí, fundada en 1996 para promover la vigencia de los derechos humanos en la Argentina, y bautizada en honor a Clara Anahí Mariani, la nieta desaparecida de María Isabel Chorobik de Mariani (“Chicha” Mariani), emitió ayer un comunicado en el que enfatiza su propósito de seguir luchando por la bandera de la memoria, la verdad y la justicia, luego de la muerte del represor Miguel Etchecolatz, condenado en una multitud de causas por crímenes de lesa humanidad durante la última Dictadura.
“Nunca bajaremos los brazos. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos”, expresó la organización en el mensaje, en el que realizó un repaso por la historia represiva del “siniestro personaje” fallecido el sábado.
Etchecolatz “coordinó en persona el ataque a la casa Mariani-Teruggi, y fue el responsable directo del asesinato y desaparición de cinco compañeros y el secuestro de Clara Anahí, a quien seguimos buscando hasta el día de hoy”, explica el comunicado.
“Chicha” Mariani brindó un testimonio clave para condenar al ex jefe policial de la Dictadura. Ella “fue una pieza fundamental en la lucha para llevar a Etchecolatz a la Justicia y que reciba en el 2006 su primera prisión perpetua por cometer delitos de lesa humanidad”, recordó la Asociación Anahí.
“Condenado y preso en cárcel común”
Por su parte, desde el Gobierno destacaron que Etchecolatz murió “en nuestro país, condenado y preso en cárcel común”.
Así lo expresó el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, en una publicación que realizó a través de su cuenta en la red social Twitter.
“Se investigó y juzgó su responsabilidad en casi 20 causas por crímenes de lesa humanidad cometidos dentro de la estructura represiva ilegal montada desde la Policía de la provincia de Buenos Aires en el denominado Circuito Camps”, recordó el funcionario.
En efecto, la Asociación destacó que “muchas veces la Justicia intentó brindarle a este genocida el beneficio de la prisión domiciliaria”, pero “gracias a la organización y la lucha popular, jamás se le permitió disfrutar de la tranquilidad de su hogar”. Etchecolatz murió “en una cárcel común y efectiva, algo que nos debe dar orgullo como pueblo. La construcción de un mundo más justo es posible, y requiere de una lucha colectiva permanente. Una y otra vez nos organizaremos para hacer escuchar nuestra voz, y seguiremos llevando el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia como bandera”, expresa el comunicado de la Asociación Anahí.
Un genocida que nunca se arrepintió
Rubén López, hijo de Jorge Julio López (el militante que estuvo desaparecido durante la Dictadura y volvió a desaparecer en 2006 luego de declarar contra Miguel Etchecolatz por su participación en los crímenes de los años de plomo), dijo ayer que el represor fue “un ser nefasto”.
Remarcó también que Etchecolatz “decidía quién vivía y quién moría” y lamentó que el ex jefe policial haya muerto “sin decir dónde están las tumbas de los desaparecidos” que fueron secuestrados, torturados y asesinados bajo su mando.
“Comandó 21 centros clandestinos de detención, fue torturador de muchas de sus víctimas. También, ordenó a torturar a muchas víctimas, desapareció personas, es un ser siniestro que ni la familia quería y la tenía amenazada. Un ser siniestro que en cada oportunidad que podía así lo expresaba”, se explayó López.
Por su parte, la abogada Guadalupe Godoy, que impulsó el juzgamiento del genocida, dijo que Etchecolatz era “un cruzado” que jamás se arrepintió, sino que reivindicó las atrocidades cometidas.
“De hecho, utilizaba los juicios también como un escenario para esa disputa”, apuntó Godoy. “Si hay alguien que tenía en claro que en los juicios no solo se juegan condenas sino que es una disputa de sentido, ése era Etchecolatz. Aprovechaba muchas veces el escenario”, sentenció.