Vidal, protagonista de un retiro espiritual con impronta de campaña

Desde ayer, la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, encabeza en Chapadmalal un retiro espiritual junto a su gabinete. La modalidad del encuentro es similar a los que suele realizar en la misma localidad balnearia el Presidente, Mauricio Macri, quien le “prestó” a Vidal su asesor estrella: el ecuatoriano Jaime Durán Barba, encargado de guionarle los discursos al jefe de Estado.

Desde ayer, la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, encabeza en Chapadmalal un retiro espiritual junto a su gabinete. La modalidad del encuentro es similar a los que suele realizar en la misma localidad balnearia el Presidente, Mauricio Macri, quien le “prestó” a Vidal su asesor estrella: el ecuatoriano Jaime Durán Barba, encargado de guionarle los discursos al jefe de Estado.

La presencia del gurú, uno de los especialísimos invitados al encuentro, desnuda los fines electoralistas del “retiro”, para pensar en el futuro mientras el presente urge.

¿A qué se debe la presencia de Durán Barba? ¿Qué puede aportar sobre la problemática situación de la Provincia? ¿Necesita la Gobernadora alguien externo a su gabinete para conocer la realidad de los bonaerenses? 

Al retirarse, Vidal y su equipo se alejan del bullicio general de una Provincia que arde, en la que jornada tras jornada médicos, docentes, estatales y trabajadores en general toman alguna medida de fuerza, porque el salario no les alcanza o quedaron afuera del sistema.

Si la Provincia fuera Disney, si estuvieran resueltas las necesidades de todos los bonaerenses y cada tanto un viento de felicidad nos golpeara en la cara, sobraría el tiempo para elevar el espíritu, enajenarse y entregarse al designio de los dioses. 

Pero la Gobernadora, máxima responsable de este distrito por elección del soberano, no puede desentenderse de una de las crisis económicas más profundas, que castiga sobre todo a las comunas que dependen del campo y en las que ayer se declaró la emergencia por sequía. Sin resolver el problema de fondo, los beneficios impositivos para los productores agropecuarios y el acceso a créditos subsidiados llevarán algo de alivio a un sector que perdió unas 12 millones de toneladas de granos y 120 mil toneladas de carne por la sequía. La merma, que supera los $17 mil millones, obligó a importar el cultivo desde Estados Unidos y países vecinos (Ver aparte).

La problemática se ramifica también hacia la industria láctea, cuyas exportaciones han caído un 50% con respecto al año anterior, según los últimos datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), que también arroja que en los últimos doce meses han cerrado 205 tambos en todo el país, sin que esta región de la cuenca lechera haya quedado ajena.

Al igual que la leche, productos nutritivos y fundamentales en la mesa de los argentinos como la carne, el queso o el huevo escasean tanto por la imposibilidad para pagarlos como para producirlos. Por el encarecimiento de los costos, esta actividad, como muchas otras, se vuelve insostenible.

Pero si no piensa en nada de esto, frente al mar, la Gobernadora quizá pueda reflexionar sobre la indefensión a la que hoy están sometidas nuestras aguas, en las que la pesca pirata puede sustraer sin costo alguno la especie que se le antoje.

En cualquier caso, ningún agente externo, ninguna sequía o inundación pueden explicar las heridas que agrietan al campo. La realidad es que la Provincia, como el país, adolece de la falta de un plan estratégico, previsor y motor de un crecimiento virtuoso. Sin estímulos suficientes para que las Pymes generadoras de valor agregado cambien para siempre la cara de un país acostumbrado a los maquillajes, en el que fracasa la cosecha pero se siembra la pobreza.

Ojalá estas jornadas de retiro espiritual sirvan para que la Gobernadora, como en una relevación divina, capte los flagelos bonaerenses de los que ahora se aparta. Por el bien de la Provincia y de quienes la sufren a diario.