Mató a un amigo de toda la vida porque no le dio otra cerveza
Le dio una botella, rechazó regalarle la segunda y reaccionó con una puñalada. La víctima, que festejaba un cumpleaños, murió en un hospital cercano.
Eso decían los cuatro reos que capturaron a un hombre tras escaparse de la cárcel de Magdalena. Recorrieron el centro platense en el vehículo, ya con pedido de secuestro, y la Policía hizo la vista gorda .
02/03/2021 - 00:00hs
Todavía perdura la conmoción por la sangrienta y brutal fuga que protagonizaron cuatro peligrosos reclusos de un penal de Magdalena. Esta tuvo a nuestra ciudad como parte de la trama, ya que los hampones la recorrieron mientras llevaban a un hombre de rehén en su propio auto.
Como Trama Urbana publicó en su edición anterior, Facundo Ortiz Pirovassi, Esteban Benítez, Héctor Ramírez Lemos y Emanuel Valdéz Orellana (tres de ellos condenados por robo y el otro por homicidio) limaron dos barrotes de la celda 17 del pabellón 9 de la Unidad carcelaria 28, ubicada en el kilómetro 111 de la Ruta 11. Ganaron el patio interno, escalaron el muro de seguridad y redujeron a un guardia, a quien le sustrajeron una escopeta calibre 12/70, un revólver 9 milímetros, dos cargadores de municiones y prendas del uniforme de esa fuerza.
A continuación, treparon el muro perimetral y corrieron hacia un descampado hasta llegar a la ruta, donde los aguardaba un cómplice a bordo de un Volkswagen Suran. Lejos de terminar, la película recién había comenzado y faltaban todavía los condimentos más sanguinarios, ya que enfilaron hacia Atalaya y sorprendieron a un hombre de 69 años.
Paseo por La Plata
Este multimedio dialogó en exclusiva con su hijo, quien contó el calvario que pasó su padre y la desidia policial que sufrieron: “A las 4.45 mi papá estaba sacando el auto para ir a trabajar. Lo sacó, cerró la tranquera, se subió y entonces le cruzaron el Suran, poniéndoselo atrás. Se bajaron tres tipos, lo arrancaron del volante y mi viejo se resistió a subir. Les dijo que se llevaran el coche pero le respondieron que no, que él se iba con ellos y le pegaron culatazos con itakas, un rodillazo en el estómago y también en el cráneo”.
A continuación “lo agarraron entre dos de debajo de los brazos y los pies y lo tiraron adentro del auto. Estuvo la hora y media que duró todo en el asiento de atrás, en posición fetal y con la cabeza hacia abajo, con una persona que iba con é y lo apuntaba con una pistola 9 milímetros”, explicó.
El hombre narró: “Salieron de Atalaya, pasaron por el control de Nestlé donde siempre hay patrulleros pero no estaban. También pasaron por el control policial de El Pino y tampoco había nadie. Para todo esto, el vecino que vio cuando lo secuestraron llamo al 911 a las 5 de la mañana y nunca hicieron un protocolo de corte”.
El derrotero de su padre, a bordo de su propio vehículo (un Chevrolet Aveo) pero conducido por peligrosos reos continuó, ya por las calles de nuestra ciudad. “Se metieron por el centro de La Plata, fueron a la terminal de trenes, de ahí a la avenida 7 y luego a Ringuelet. Allí encararon para el Camino Centenario hasta la rotonda de Gutiérrez, donde tomaron la autopsia. Bajaron en General Paz y agarraron para San Martín”. Todo este recorrido sin que un solo agente de la Fuerza, ya con la patente del auto y la novedad del secuestro, lo notara.
Desidia policial
“A todo esto le hicieron una psicológica terrible”, añadió el hijo de la víctima ante diario Hoy. “El que manejaba decía siempre cuando dejemos el auto tenemos que bajar al viejo porque nos va a cagar la salida para San Isidro. El que iba con él atrás le pedía que se quedara tranquilo, que no iban a hacerle nada, pero mi papá estaba muy asustado porque le decían que dejaban el auto y lo mataban”.
Finalmente lo liberaron en Villa Linch, partido de San Martín, junto al rodado. “No sabe en qué se fueron a partir de allí. A él lo abandonaron, se recuperó y se subió al auto. Se cruzó con un patrullero municipal con dos oficiales femeninas y me avisaron a mí. Ellas querían que yo me lo lleve y nunca llamaron a la ambulancia. Cuando se enteraron de que había sido una fuga de presos (mi padre nunca lo supo porque los tipos que se lo llevaron no hablaron de eso), llamaron a la comisaría y el titular de Villa Lynch nos hizo ir para allá. Recién ahí él pudo higienizarse y después le hicieron pericias al coche”.
Sin embargo, el derrotero aún no había llegado a su fin: “Me dijeron que tenía que llevarlo al policlínico San Martín de La Plata, donde iba a estar un móvil esperando. Fuimos y no había nada y tampoco lo atendieron porque no había médico clínico ni traumatólogo. Esperamos dos horas y decidí llevarlo al hospital de Magdalena. Ahí también aguardamos dos horas hasta que le hicieron unas placas y lo mandaron a casa. Recién volvimos a las 15.30. Fue un hecho totalmente violento y no recibimos ayuda de nadie, hicimos todo con nuestros vehículos”.