Se tiró de cabeza al ascenso
(Toda la cobertura, galería de fotos)
29/05/2013 - 06:47hs
Gimnasia tuvo puntos muy altos en cada una de sus líneas. Desde Monetti hasta Niell, todos se llevaron el premio. Pereyra sacó una leve diferencia
La frase hecha y el típico cassette que suelen ponerse los entrenadores y/o jugadores al hablar de la figura de un equipo es lo que ameritó la situación, porque ayer Gimnasia tuvo abundantes puntos altos, ya que sus futbolistas actuaron como tenían que hacerlo: jugando una final.
El Lobo tenía la presión, obligación y hasta la ansiedad de asumir este encuentro frente a Instituto, aunque lo hizo más fácil de lo que parecía, porque sus guerreros estuvieron a la altura de las circunstancias para redondear una tarde soleada de excelencia ante su público.
Fue difícil armar un podio con semejante rendimiento y tanta emoción conjunta, porque esa unión, que los tuvo a todos abrazados y celebrando la conquista tras el final del encuentro y en vestuarios, fue la que se plasmó durante los 90 minutos en cancha.
Desde atrás para adelante, el combinado albiazul jugó el partido que tenía que jugar. Fernando Monetti respondió las dos veces que lo llamaron, con dos atajadones, y prácticamente no cometió errores.
La defensa, más allá de la ausencia de Juan Blengio, no pasó sobresaltos a excepción de un error de Benítez que casi termina en gol de Barreiro. Pero, al margen de eso, tanto Facundo Oreja como Barsottini, Benítez y Lucas Licht se mostraron sólidos para defender en primera instancia y rechazar el peligro por tierra y juego aéreo. No obstante, los centrales tuvieron incidencia en los goles, ya que Pucho mandó el centro en el primero y Oliver anotó el otro.
En el mediocampo, tanto Franco Mussis como Matías García se comieron las bandas, sacando diferencia con individualidades como siendo agresivos para profundizar con conexiones. A su vez, Dardo Miloc, que reemplazó a Omar Pouso, le aportó equilibrio, marca y quite, mientras que Nacho Fernández hizo jugar a todos cada vez que participó con la pelota, porque fue incisivo y vertical.
Ni hablar de los dos hombres de ataque que, cada vez que se entienden, provocan cualquier tipo de peligro. El Mago Pereyra hizo de las suyas, descargando, yendo a buscar y generando sus situaciones de manera personal. Y, en una de esas, la mandó a guardar con un cabezazo letal.
Por su parte, Niell lo tuvo en dos ocasiones pero, entre el sol y Chiarini, se lo negaron. De todas formas, disputó un partidazo fiel a su estilo, con ese juego sucio que le pide Pedro y que tan bien cumple. Como todos, que ayer hicieron de Gimnasia un verdadero equipo...