El equipo del Cholo Simeone jugaba con 10 y caía 1-0 como local ante el Bayer Leverkusen. La “Araña” fue puro corazón, aguantando contra la defensa rival. En una contra puso el empate y lo terminó ganando en el último minuto.
22/01/2025 - 00:00hs
Atlético de Madrid la pasaba mal contra el Bayer 04 Leverkusen, en la penúltima fecha de la fase de liga de la Champions League. El equipo de Diego Simeone se había quedado con 10 a los 20 minutos del encuentro y los alemanes, muy superiores, lograron abrir el marcador sobre el final de la primera mitad a través del ecuatoriano Piero Hincapié. Pero en el Aleti juega Julián Álvarez.
El delantero argentino, titular junto a sus compatriotas Rodrigo De Paul, Giuliano Simeone y Nahuel Molina, fue puro corazón desde el instante en que los colchoneros se quedaron con uno menos. Fiel a su estilo, el cordobés trataba de aguantar ante dos, tres y cuatro rivales, llevando la pelota a un tiro de esquina o provocando faltas que le dieran alguna chance a los de Madrid.
Tanto esfuerzo le terminó dando su premio. En una acción en el área del Atlético, a los siete minutos del segundo tiempo, el balón llegó a los pies de Antoine Griezmann, que ya sabía qué tenía que hacer: sacó un pelotazo al vacío para que Julián la peleara contra el líbero del Leverkusen.
A pura potencia, como cuando se hizo eterno frente a Croacia en la semifinal del Mundial de Qatar, Álvarez llegó al área, relojeó si tenía algún compañero cerca, midió al defensor y sacó un remate cruzado que se le metió al checo Matěj Kovář en su segundo palo.
El gol de Julián contagió a todo su equipo, que empezó a pelear cada pelota como si fuera la última, tratando de sostener el empate frente un Leverkusen que en la temporada pasada fue una de las sensaciones del fútbol europeo, con el argentino Exequiel Palacios entre los titulares.
Todo cambió cuando se fue expulsado Hincapié, dejando el partido 10 contra 10 y el resultado abierto. Julián fue quien quiso un poco más, y hasta último minuto peleó por llevarse el partido.
Es que el ex-River recibió una pelota filtrada en el 89, quedó mano a mano con el arquero y tuvo la mente fría como para enganchar en el momento justo y definir sin resistencia para desatar la fiesta total en el estadio Metropolitano, la casa del equipo de Simeone, el de los finales épicos.