Paloma Giordano: belleza y destreza sobre el agua

Con una vida ligada al esquí acuático desde pequeña, Paloma Giordano, con tan solo 14 años, se ha posicionado como la número uno a nivel nacional y latinoamericano, convirtiéndose en la promesa argentina de este deporte, perfilando un futuro enorme a nivel personal. Por orientación familiar (su papá Carlos fue un gran esquiador), la joven inició un camino en esta disciplina y gracias a su talento ha logrado transformarse, en el pasado Mundial Junior de Chile, en la primera argentina en acceder a una final de un torneo ecuménico de la categoría desde 1990, tras finalizar undécima, representando al seleccionado nacional de la mano del experimentado deportista Javier Julio.

Paloma, además de esquiar, estudia en el colegio Centenario de nuestra ciudad y se desempeña también como modelo.

Con un estilo particular y un virtuosismo poco habitual en el mundo del esquí acuático, llegó a estar entre las dos mejores del mundo a los 10 años pero una lesión (se quebró el fémur entrenando) la marginó de la élite por unos años. Ahora, Paloma afronta un presente inmejorable y tiene sueños por cumplir en el deporte que tanto ama. Entre sus prioridades aparecen varios certámenes nacionales, en Rosario, Buenos Aires y Misiones, en los que tendrá que sumar puntos para mantenerse en lo más alto. En la agenda del próximo año, en tanto, se destacan el Latinoamericano y el Panamericano, torneos claves para llegar al Mundial de España de 2018. 

La joven oriunda de Villa Elisa, que desde los 6 años obtiene los campeonatos de Figuras y entrena a diario en una laguna lindera a su casa junto a su papá (quien oficia de profesor manejando la lancha y puliendo detalles de su formación), se prestó a dialogar con Hoy y repasó su corta vida ligada a este deporte y el futuro prometedor que le espera.

—¿Cómo comenzó tu pasión por el esquí?

—Empezó a los 6 años, cuando mi papá me preguntó si quería esquiar. Yo le dije que quería empezar a entrenar en serio para el día de mañana llegar a ser alguien. Comencé a competir y a los 7 años gané una medalla latinoamericana, al salir tercera en Figuras, una de las variantes en las que más me destaco.

—¿Practicabas otro deporte?

—Probé practicar otros deportes, como el patín y el tenis, pero me incliné por el esquí.

—¿Tu papá fue tu guía y entrenador hasta la actualidad?

—Desde que comencé hasta el día de hoy, mi papá ha sido mi entrenador. Me crié viéndolo a él, heredé su pasión por este deporte. 

—¿Para poder competir internacionalmente tenés otro tipo de apoyo?

—Sí, contamos con Javier Julio, que es nuestro referente a nivel internacional; fue dos veces campeón mundial y tiene un gran recorrido. Es nuestro capitán y el que nos maneja los viajes al exterior para competir y perfeccionarnos. 

—¿Este deporte demanda mucho sacrificio?

—Sí, totalmente; es un deporte que demanda mucho esfuerzo y dinero. Es muy elitista. Se gasta mucho dinero todos los días, además de mantener una dieta estricta y equipamiento.

—¿Estuviste en dos clínicas brindadas en Estados Unidos?

—Sí, gracias al apoyo del Enard, mediante Javier Julio. Entrenamos con los mejores profesionales de este deporte, lo cual es importante para el crecimiento personal. Son costos altísimos, 1.000 dólares la semana, por lo que sin el apoyo económico hubiera sido imposible seguir.  

—¿Cuántas modalidades tiene este deporte?

—Tiene cuatro: Eslalon, Figuras, que es donde me especializo, Salto y Combinada (overall), que se basa en la suma de los resultados de las otras tres disciplinas clásicas.