Una tragedia que tocó de cerca al plantel de Estudiantes

Diogo Silvestre era amigo de Cléber Santana, el capitán de Chapecoense que murió en el vuelo del martes en Colombia, cuando el equipo brasileño iba a jugar la final de la Copa Sudamericana

Con una expresión de tristeza y los ojos a punto de largar las primeras lágrimas, Diogo Silvestre no logra escapar de esta realidad. Más de veinte compatriotas murieron en la fatídica madrugada colombiana del martes, dejando atrás familias, historias y anécdotas. Una de ellas lo toca bien de cerca: su amistad con Cléber Santana Loureiro (35), referente de Chapecoense que falleció en el vuelo, con quien Diogo había compartido todo 2010 en San Pablo. 

En ese entonces, Silvestre apenas tenía un año como jugador profesional. Era uno de los jugadores que había promovido el equipo paulista en 2009 y fue aconsejado por Cléber, quien en aquel momento ya era uno de los más grandes del plantel de San Pablo. 

Por respeto a las personas fallecidas, a Diogo le resulta difícil hacer algún tipo de mención pública por lo ocurrido. Sin embargo, no duda en posar para el diario Hoy, que reflejó la noticia que tuvo impacto mundial. 

Marta, su mamá, lo llamó llorando y le pidió que regrese a Brasil. Pero él lo asume como un buen cristiano y se aferra a una frase que también había utilizado Mariano Andújar el martes: “Estos son verdaderos problemas sin solución. A veces nos hacemos problemas por cosas que se pueden solucionar. Pero esto, no”. 

Diogo, como todos los jugadores brasileños que están desparramados por el mundo, sufrió en carne propia el golpe y tuvo que asimilar la muerte de su amigo a la distancia. En el fondo, todavía le cuesta creer­lo: “No se merecía terminar así”. 

Este lateral, que llegó al Pincha como uno de los refuerzos del pasado mercado de pases, confesó que espera con ansias la llegada de las fiestas para reencontrarse con sus familiares que hoy están en San Pablo. No viajará él, sino que recibirá la visita de su madre, quien ayer sufrió como una de las tantas que perdieron a sus hijos en el vuelo de la muerte. 

Como aquel que debe viajar por negocios o trabajo, subirse a un avión parece una cuestión rutinaria para cualquier jugador de fútbol. Sin embargo, tras los testimonios escuchados en las últimas horas, a partir de ahora no serán pocos los que lo pensarán dos veces.