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La talentosa artista, a quien admiramos desde sus primeros pasos en Drácula, el musical, vuelve a la Calle Corrientes en una obra que marcó a varias generaciones de mujeres.
19/12/2023 - 00:27hs
A 20 años de su estreno, la emblemática obra Porteñas estará realizando temporada en Buenos Aires, desde el 5 de enero en el Teatro Astral y nuevamente con dirección de Manuel González Gil.
Julia Calvo, Andrea Politti, Romina Richi, Micaela Riera y Cecilia Milone serán las protagonistas y justamente con Milone hablamos sobre su participación en el proyecto, que propone un viaje por el siglo XX, reviviendo década a década los hechos más significativos de nuestra historia y de la increíble evolución y cambio que protagonizó la mujer en el siglo pasado.
—¿Cómo es volver a hacer temporada en Buenos Aires?
—La verdad es que yo he alternado temporadas. He tenido varias temporadas en Buenos Aires y las he disfrutado y es interesante porque te encontrás con un público muy ecléctico, porque viene el turista nacional que de pronto antes de ir a Bariloche pasó unos días y te encontrás con el chileno e internacionales, pero es interesante la mezcla que sucede en el verano. Yo he tenido buenas temporadas en Buenos Aires durante el verano a pesar de que amo Mar del Plata y me encanta y la disfruto especialmente cuando me toca en temporada, pero he tenido buenas experiencias respecto del teatro en temporada de verano.
—¿Qué recuerdo tenías de la obra?
—Tenía buen recuerdo y de hecho no tenía idea que recordaba mi propio personaje tanto, porque recordaba las actuaciones de Betiana Blum, de Virginia Lago, por ejemplo. Pero no recordaba que había escenas que me habían emocionado y que tenían que ver directamente con el personaje que yo encarno. Entonces eso me resultó bonito luego de ver, como que me eligieran para las escenas que yo elegí recordar.
—¿Cómo es para una actriz eso de recuperar un proyecto? Te ha pasado con Drácula, por ejemplo, ¿Cómo es eso en el cuerpo, en la cabeza?
—Bueno, con Drácula lo que me pasa es algo diferente a todo porque Drácula se escribió mientras la ensayábamos. Entonces, Mina, mi personaje, me pertenece. O sea, si algún día una actriz quiere ser Mina, más que preguntarle a Pepe Cibrián tiene que preguntarme a mí, porque Pepe me copió, se inspiró en mí, fui una musa con mucha presencia. Así que lo de Mina fue muy fuerte porque fue hacerla y es volver a hacer, es como de hecho. Creo que Mina es mi inicio de todo, es con quien aprendí a maquillarme y peinarme y con quien aprendí a bajar escaleras, usar taco. Todo me pasó en Drácula y todo me pasó con Mina. En este caso es al revés a Mina, a ella la encontraron a partir de mí y ahora yo tengo que dejar que Emilia se encuentre dentro de mí. Es una desconocida que va a tener que buscar lugares en común y es muy atractivo eso de nuestra profesión, porque uno encuentra semejanzas aun con personajes que no tienen nada que ver con uno. Muchas veces, hasta interpretando a veces un malo, sintiéndote buena persona, tenés que hacer un malo, pero a veces el malo. Somos humanos y entonces yo soy una persona.
—¿No se juzgan los personajes, verdad?
—Sí, absolutamente. Tal cual como vos mismo después podes a veces arrepentirte. Aunque arrepentirte no es una palabra que a mí me gusta. Creo que siempre el arrepentimiento viene cuando hay intencionalidad, no creo que uno se arrepienta en la vida de algo que hizo sin querer hacer, digamos, de vivir nada más, por eso me corrijo. En la vida uno puede recapacitar o pensar si hubiera tomado este u otro camino. Pero, en principio, mientras lo hacés y así lo hace el personaje, sea bueno, o sea malo.
—¿Cuándo supiste que te querías dedicar a la actuación y la música?
—Desde siempre apareció la música, lo supe un poquito más tarde porque para mí era tan natural cantar y no me había dado cuenta del valor que tenía. Actuar, muy chica. Tres, cuatro años empecé a decir que quería ser actriz de teatro. Desde muy chica también me llevaron al teatro. Tengo recuerdos perdidos de mi historia de personal, pero tengo recuerdos muy vívidos del teatro y me veo muy chica, era un plan familiar. Se veía mucho teatro y mi madre, en vez de leerme cuentos, me leía obras de teatro de Casona. Todo empezó de chica, entonces hay algo de muchos recuerdos. Obviamente, iba con mis padres, pero yo tengo recuerdos que la sensación del teatro era tan brutal lo que me pasaba a mí, y las cosas que me impactaron fueron como ver a Lola Flores a los 8 años. Tengo un recuerdo de ella, del público, de la gente, de los músicos, o de Mariano Mores, es lo mismo, tengo el recuerdo de Mariano, una luz sobre su piano, sobre sus manos y en primera fila y no sé qué pasó. Es esa sensación como de trance en los que entraba, que son recuerdos como muy oníricos que hacen que comprenda que mi vocación fue muy temprana y de hecho empecé a decir desde muy chica que quería ser actriz.
—¿Y la familia te acompañó?
—Estaba la incertidumbre que generaba esta profesión y, a la vez, mi papá decía que no había que tener jefes y que había que ser dueño de uno mismo. Y luego, me di cuenta que es una profesión finalmente porque vos sos tu jefe, o sea, por supuesto, que respetas al productor y cumplís con el contrato, pero la verdad es que sos un poco una empresa única, hay algo que se acuerda con ese productor, de asociarte durante lo que dura el espectáculo. Así que al final cumplí un poco ese sueño y a los 16 años empecé a estudiar teatro, a los 18 recién empecé a estudiar canto lírico. Porque me hablaron de una maestra querida, muy fantástica, una amiga de mi madre y yo sinceramente lo sentí como acompañamiento, como que iba a ser una cantante de la comedia musical, que a mí me gustaba. Pero cuando encontré esta maestra que te digo, de canto lírico, comprendí que tenía un cuerpo vocal superior al que yo imaginaba que tenía. Con una potencia y una posibilidad de crecimiento que me hizo tomar en serio la decisión de decir vamos a ser una intérprete también, no solamente desde lo actoral, sino también como cantante.