El director del Museo decidió que una de las joyas más preciadas de Francia no podía quedar expuesta a la destrucción de los bombardeos.
El 3 de septiembre de 1939 Francia declaró la guerra a Alemania. Alcanzaron unas pocas semanas para advertir que la balanza estaba inclinada a favor del Tercer Reich. Ante el riesgo de la invasión, todo París y sus suburbios se apiñaron en los sótanos o en los subterráneos.
El director del Museo del Louvre, Jacques Jaujard, decidió que una de las joyas más preciadas de Francia no podía quedar expuesta a la destrucción de los bombardeos. Se cubrieron las noventa y una ventanas con bolsas de arroz, a fin de evitar que el vidrio cayera sobre las telas y las agujereara. Ciento setenta telas abandonaron sus marcos y fueron celosamente guardadas. En los jardines de las Tullerías armaron una trinchera de mampostería, acondicionada para proteger las estatuas. Las antiguas cerámicas etruscas y quinientas urnas egipcias fueron envueltas y enterradas en bolsas con arena bajo el falso entarimado de la Gran Galería.
Louvre es una ficción inspirada libremente en hechos históricos. Narrada por la escritora francesa Josselin Guillois con gran dinamismo, es una minuciosa reconstrucción de una época para siempre asociada al horror.