Los protagonistas de Shang Chi revelan detalles de la película
Diario Hoy participó de la conferencia de prensa de presentación y trajo sus mejores momentos.
Mercedes Sosa decía que era el músico más querido de nuestro país. Lo cierto es que es capaz de grabar con una bagualera olvidada en los montes tucumanos o con una banda de heavy metal. Todas las músicas conducen a él.
12/09/2021 - 00:00hs
El primer recuerdo que tiene de la música es un acordeoncito que le regaló su padre cuando cumplió tres años y todavía vivía en el campo, en una chacra cercana a Cañada Rosquín. Uno de los trabajos que tenía su padre era como cantante en una orquesta que tocaba en los bailes del pueblo. A Raúl, aún no era León, le gustaba ir a verlo. Una noche se animó y subió a tocar las maracas. Fue su primera vez arriba de un escenario. Supo que esa noche no iba a ser la única.
A los seis años tuvo que salir a trabajar, hacía mandados para los vecinos y cualquier changa que estuviera al alcance de su edad. Los ingresos familiares eran escasos. Con sus primeros ahorros se compró una guitarra marca Calandris, con la que empezó a sacar las notas de las canciones folklóricas de moda. Los primeros temas que cantó fueron de Jorge Cafrune. A los diez años cantaba en los actos del colegio y bailaba danzas folklóricas. Así cosechó sus primeros elogios.
Con amigos más grandes formó un conjunto, Los Nocheros. Pero a los 12 años escuchó por primera vez un grupo de rock, el Spencer Davis Group, y sintió que su cabeza estallaba en pedazos. Se integró a Los Moscos. Eran parte de un grupo de adolescentes arrebatados por esta música nueva, que los llevaba a encargar a Buenos Aires discos de Los Beatles, Los Rolling Stones y Jimy Hendrix; también buscaban la Pinap, una publicación que fue antecedente de la revista Pelo y gracias a la cual se informaban de lo que pasaba en el rock. León tocaba la guitarra eléctrica en el grupo y cantaba temas de Los Gatos y Almendra.
Un lánguido atardecer pueblerino, León estaba andando en bicicleta y al pasar por una disquería escuchó una canción que le cambiaría la vida. Entró al negocio para saber de qué se trataba, así se enteró de que era el grupo The Byrds, interpretando Mr Tamborine de Bob Dylan. No sabía quiénes eran los unos ni el otro. Pidió al disquero que le pusiera de nuevo el tema, luego él se retiró con su bicicleta para que no le vieran las lágrimas. Su influencia marcaría su carrera.
El apodo León le llegó poco después de entrar en Los Moscos. Desarmó un equipo para revisarlo y unió dos cables pelados. Cuando estaba por comenzar la función y enchufaron, el pueblo se quedó sin luz. Cuando descubrieron la causa del apagón, lo bautizaron “León, el rey de los animales”.
Las comunicaciones con Perón
Ya desde los 12 años tenía la idea de ir a Buenos Aires a cantar, quería hacerse famoso. Un marzo de neblinas de 1969, bajó del tren en Buenos Aires. Tenía 18 años. Vivió en una pensión con Horacio Fumero, el bajista de Los Moscos, que viajó con él. Trabajó en Entel durante varios años.
Miguel Bonasso cuenta que, cuando era secretario de Prensa del por entonces candidato a la presidencia Héctor J. Cámpora y necesitaban enviarle télex al general Perón, en Madrid, recurrían siempre al mismo empleado de la empresa telefónica. La razón era que era muy agradable y, sobre todo, discreto. Se llamaba Raúl, faltaban varios años para que fuera conocido popularmente como León. Esa historia le fue recordada a Bonasso por el propio León Gieco, una tarde que se apersonó en la casa del escritor para que le firmara un ejemplar de El Presidente que no fue.
De una pizzería de barrio a la grabadora de Los Beatles
Una tarde, vencido por el desaliento, le pidió al dueño de la pensión la guía telefónica. Había decidido ir a la Odeón, la empresa discográfica en la que grabaron Los Beatles y Gardel. Se tomó el micro y llegó a la dirección anotada. Entró en la Odeón, pero no eran las oficinas del sello discográfico, sino una pizzería. Cuando en 1992 firmó contrato con la Emi Odeón, al regresar a su casa, le dijo a su esposa que se pusiera la ropa más elegante porque saldrían a cenar a un restaurante muy especial. Esa noche fueron a cenar a la pizzería Odeón, el círculo se había completado.
En un programa de radio de comienzos de los 70, Modart en la noche, se enteró de que Gustavo Santaolalla daba clases de guitarra. León le mostró sus temas y Santaolalla le ofreció producir su primer disco. Esos fueron los cimientos de la historia de un cantor con inagotable paciencia y convicción, llegó a ser quién es.